Página 339 - El Hogar Cristiano (2007)

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La lectura y su influencia
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no se puede obtener fuerza espiritual. Más bien destruye el amor
hacia la verdad pura de la Palabra. Por el intermedio de las novelas
y revistas de cuentos, Satanás está obrando para llenar con pensa-
mientos irreales y triviales, las mentes que debieran estar estudiando
diligentemente la Palabra de Dios. Así está robando a miles y miles
el tiempo, la energía y la disciplina propia que exigen los severos
problemas de la vida
Los niños necesitan lectura apropiada que los divierta y recree,
sin desmoralizar la mente ni cansar el cuerpo. Si se les enseña
a aficionarse a lo romántico y a los cuentos que aparecen en los
periódicos, los libros y revistas instructivos les desagradarán. La
mayoría de los niños y los jóvenes quieren tener cosas que leer;
y si otros no las seleccionan para ellos, se encargarán de hacerlo.
En cualquier parte pueden hallar lecturas que pueden arruinarlos,
y pronto se aficionan a ellas; pero si se les proporcionan lecturas
buenas y puras, cultivarán el gusto por ellas
Disciplinen y eduquen los gustos
—Los gustos mentales deben
ser disciplinados y educados con el mayor cuidado. Los padres deben
empezar temprano a abrir las Escrituras a las mentes en desarrollo
de sus hijos, a fin de que puedan adquirir los debidos hábitos.
No deben escatimarse esfuerzos para establecer correctos há-
bitos de estudio. Si la mente vaga, hacedla volver. Si los gustos
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intelectuales y morales han sido pervertidos por historias ficticias y
exageradas, de manera que no haya inclinación a aplicar la mente,
hay que pelear una batalla para vencer este hábito. El amor por las
lecturas ficticias debe vencerse en seguida. Deben tenerse reglas
rígidas para mantener la mente en el debido sendero
No se cultive la afición a las novelas
—¿Qué deben leer nues-
tros hijos? Esta es una pregunta seria, una pregunta que requiere una
respuesta seria. Me acongoja el ver en las familias observadoras del
sábado, periódicos y diarios que contienen folletines que no dejan
buenas impresiones en las mentes de los niños y jóvenes. He obser-
vado a los que han desarrollado un gusto por los relatos ficticios.
Tuvieron el privilegio de escuchar la verdad y familiarizarse con las
razones de nuestra fe; pero han llegado a los años maduros privados
de piedad verdadera y práctica
Los lectores de novelas ceden a un mal que destruye la espiri-
tualidad y eclipsa la belleza de las páginas sagradas