Página 341 - El Hogar Cristiano (2007)

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La lectura y su influencia
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en el curso de su educación, reciban ideas que resulten ser semilla
de pecado
Como se destruye el vigor mental
—Las mentes bien equili-
bradas son pocas porque los padres descuidan impíamente su deber
de estimular los rasgos débiles y reprimir los malos. No recuerdan
que están bajo la obligación más solemne de observar las tendencias
de cada hijo y que es su deber enseñar a sus hijos correctos hábitos
y modos de pensar
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Cultivad las facultades morales e intelectuales. No permitáis
que estas nobles facultades queden debilitadas y pervertidas por
la mucha lectura impropia, aunque sea de libros dedicados a na-
rraciones. Conozco intelectos fuertes que fueron desequilibrados y
parcialmente embotados, o paralizados, por la intemperancia en la
lectura
Efectos de las lecturas excitantes
—Los lectores de cuentos frí-
volos y excitantes se incapacitan para los deberes de la vida práctica.
Viven en un mundo irreal. He observado a niños a quienes se había
permitido hacer una práctica de la lectura de tales historias. En su
casa o fuera de ella, estaban agitados, sumidos en ensueños y no
eran capaces de conversar sino sobre los asuntos más comunes. La
conversación y el pensamiento religiosos eran completamente ajenos
a su mente. Al cultivar el apetito por las historias sensacionales, se
pervirtió el gusto mental, y la mente no queda satisfecha a menos
que se la alimente con este alimento malsano. No puedo pensar en
un nombre más adecuado para los que se dedican a tales lecturas que
el de ebrios mentales. Los hábitos intemperantes en la lectura tienen
sobre el cerebro el mismo efecto que los hábitos intemperantes en el
comer y beber tienen sobre el cuerpo
Antes de aceptar la verdad presente, algunos tenían la costumbre
de leer novelas. Al relacionarse con la iglesia, hicieron un esfuerzo
para vencer esta costumbre. Colocar delante de estos nuevos miem-
bros de la iglesia lecturas parecidas a las que abandonaron es como
ofrecer un vaso de alcohol a un esclavo de la bebida. Al ceder a las
tentaciones que se les presentan constantemente, no tardan en perder
el gusto por las buenas lecturas; no tienen ya interés en el estudio
de la Biblia; su fuerza moral se debilita; el pecado les parece cada
vez menos repugnante. Manifiestan una infidelidad creciente y un
desagrado siempre mayor por los deberes prácticos de la vida. A