Página 343 - El Hogar Cristiano (2007)

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La lectura y su influencia
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¡Ojalá los jóvenes reflexionaran acerca de la influencia que tie-
nen sobre la mente las historias excitantes! ¿Podéis abrir la Palabra
de Dios después de una lectura tal, y leer con interés las palabras
de vida? ¿No encontráis insípido el Libro de Dios? El encanto de
aquella historia de amor pesa sobre la mente, la excita e impide que
concentréis vuestro espíritu en las verdades importantes y solemnes
que conciernen a vuestro interés eterno. Pecáis contra vuestros pa-
dres al dedicar a un propósito tan malo el tiempo que les pertenece,
y pecáis contra Dios al emplear así el tiempo que debierais dedicar
a la devoción a él
Niños, tengo un mensaje para vosotros. Estáis decidiendo ahora
vuestro destino futuro, y el carácter que edificáis es tal que os exclui-
ría del paraíso de Dios.... ¡Cuánto se entristece Jesús, el Redentor del
mundo, al mirar una familia cuyos hijos no aman a Dios ni respetan
su Palabra, sino que están todos absortos en la lectura de cuentos. El
tiempo empleado de esta manera os quita el deseo de haceros efi-
cientes en los deberes domésticos; os descalifica para encabezar una
familia, y si persistís en esa práctica os iréis enredando cada vez más
en los lazos de Satanás.... Algunos de los libros que leéis contienen
principios excelentes, pero leéis tan sólo para seguir la historia. Si
obtuvieseis de los libros que recorréis lo que podría ayudaros en la
formación dé vuestro carácter, esa lectura os beneficiaría en algo.
Pero cuando abrís vuestros libros y los recorréis página tras página,
¿os preguntáis: ¿Qué objeto tiene mi lectura? ¿Estoy procurando
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obtener un conocimiento substancial? No podéis edificar un carácter
recto poniendo en los cimientos madera, heno y paja
Siémbrese la verdad bíblica
—Entre un campo inculto y una
mente no educada hay una sorprendente similitud. El enemigo siem-
bra cizaña en las mentes de los niños y los jóvenes, y a menos que
los padres ejerzan solícito cuidado, la cizaña brotará para llevar
frutos malos. Se necesita trabajo incesante para cultivar la mente
y sembrar en ella la preciosa semilla de la verdad bíblica. Se debe
enseñar a los niños a rechazar las historias triviales y excitantes, y
a buscar lecturas sensatas, que inducirán a la mente a interesarse
en los relatos bíblicos, en la historia y sus argumentos. La lectura
que arroje luz sobre el Sagrado Volumen y vivifique el deseo de
estudiarlo, no es peligrosa sino beneficiosa