Página 379 - El Hogar Cristiano (2007)

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Seguridad o peligro de las amistades
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sus oídos perciben astutas objeciones contra la verdad, todo esto se
grabará en su mente y modelará su carácter
Nada puede evitar o desterrar las impresiones serias y los buenos
deseos con tanta eficacia como el trato con personas vanas, descuida-
das y de mente corrompida. Por muy atractivas que resulten las tales
personas por su ingenio, sus sarcasmos y sus bromas, el hecho de
que tratan la religión con liviandad e indiferencia es razón suficiente
para que no debamos asociarnos con ellas. Cuanto más fascinantes
sean en otros respectos, tanto más debe temerse su influencia como
amistades, porque rodean su vida irreligiosa con muchas atracciones
peligrosas
Las relaciones mundanales atraen y deslumbran de tal manera
los sentidos que la piedad, el temor de Dios, la fidelidad y la lealtad
no tienen poder para mantener firmes a los hombres. La vida humilde
y modesta de Cristo parece carecer por completo de atractivo. Para
muchos de los que profesan ser hijos e hijas de Dios, Jesús, la
Majestad del cielo, es “como raíz de tierra seca: no hay parecer en
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él ni hermosura.
No concentremos nuestros afectos en mundanos
—No pode-
mos servir a Dios y al mundo al mismo tiempo. No debemos concen-
trar nuestros afectos en parientes mundanos, que no desean aprender
la verdad. Tal vez, mientras tratamos con ellos procuremos de toda
manera posible dejar brillar nuestra luz; pero nuestras palabras, nues-
tro comportamiento, nuestras costumbres y prácticas, no deben en
sentido alguno ser modelados por las ideas y costumbres de aquellos
parientes. Debemos revelar la verdad en todo nuestro trato con ellos.
Si no lo logramos, cuanto menos trato tengamos con ellos, mejor
será para nuestra espiritualidad
Rehuyamos a los de baja moralidad
—Es malo que los cris-
tianos se asocien con los de baja moralidad. El trato diario íntimo
que requiere tiempo sin contribuir para nada al fortalecimiento del
intelecto o de la moral, es peligroso. Si la atmósfera moral que rodea
las personas no es pura ni santificada, sino manchada de corrupción,
los que la respiren notarán que obra casi insensiblemente sobre el
intelecto y el corazón para envenenarlos y arruinarlos. Es peligroso
tratar con aquellos cuya mente se mantiene por naturaleza en un
nivel bajo. Gradual e imperceptiblemente los que son concienzudos
y aman la pureza descenderán al mismo nivel y participarán con