Capítulo 78—La familia como centro misionero
Dirijan correctamente los padres a sus hijos
—A nosotros,
como padres cristianos, nos toca dar a nuestros hijos la debida direc-
ción. Deben ser guiados con cuidado, prudencia y ternura en la senda
del ministerio cristiano. Un pacto sagrado con Dios nos impone la
obligación de educar a nuestros hijos para servirle. Rodearlos de una
influencia que los lleve a escoger una vida de servicio, y darles la
educación necesaria para ello, tal es nuestro primer deber
Pueden ser como Daniel y Ester
—El propósito de Dios para
con los niños que crecen en nuestros hogares es más amplio, más
profundo, y más elevado de lo que ha comprendido nuestra restrin-
gida visión. En lo pasado, Dios ha llamado a personas de origen
humilde a las cuales ha visto fieles, para que diesen testimonio de él
en los sitios más encumbrados del mundo. Y más de un muchacho de
hoy día que crezca como Daniel en su hogar de Judea, estudiando la
Palabra de Dios y sus obras y aprendiendo lecciones de servicio fiel,
se hallará aún ante asambleas legislativas, en tribunales de justicia,
o en cortes reales, como testigo del Rey de reyes. Multitudes serán
llamadas a un ministerio más amplio. El mundo entero se abre al
Evangelio. ... De toda región del mundo, llega el clamor de corazo-
nes heridos por el pecado que ansían conocer al Dios de amor. ... A
los que hemos recibido este conocimiento, junto con nuestros hijos a
quienes podemos impartirlo, nos toca responder a su clamor. A toda
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casa y toda escuela, a todo padre, maestro y niño sobre los cuales ha
brillado la luz del Evangelio, se hace en esta crisis la pregunta hecha
a Ester en aquella crisis decisiva de la historia de Israel: “¿Quién
sabe si para esta hora te han hecho llegar al reino?
Maneras de testificar por Cristo
—Todos no pueden ir a los
campos extranjeros como misioneros, pero cada cual puede hacer
trabajo misionero en su familia y en su vecindario. Los miembros de
iglesia pueden comunicar el mensaje de muchas maneras a quienes
los rodean. Uno de los medios más eficaces es vivir una vida cristiana
útil y desinteresada. Aquellos que pelean la batalla de la vida con
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