Cómo elige el cristiano sus recreaciones
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de la indumentaria y de la apariencia, la complacencia propia, la
hilaridad y el espíritu trivial. Satanás es agasajado como un huésped
honrado y toma posesión de los que patrocinan estas reuniones.
Me fué mostrada una visión de una compañía tal, donde se habían
congregado los que profesan creer la verdad. Uno estaba sentado
frente a un instrumento de música, y se oían cantos que hacían
llorar a los ángeles que todo lo observaban. Había alegría, había
risa grosera, había mucho entusiasmo, y cierta clase de inspiración;
pero la alegría era de la clase que sólo Satanás puede crear. Es un
entusiasmo y una infatuación de los cuales se avergonzarán todos
los que aman a Dios. Prepara a quienes participan en ello para los
pensamientos y los actos profanos. Tengo motivos para creer que
algunos de los que participaron en aquella escena, se arrepintieron
de corazón de su actuación vergonzosa.
Muchas reuniones tales me han sido presentadas. He visto la
alegría, la ostentación de la indumentaria, el atavío personal. Todos
quieren ser considerados brillantes y se entregan a la hilaridad, a
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las bromas insensatas, a la adulación baja y grosera y a las risas
ruidosas. Los ojos chispean, las mejillas están rojas, la conciencia
duerme. Comen, beben y se alegran, y hacen cuanto pueden para
olvidarse de Dios. La escena de placer es su paraíso. Y el cielo mira,
viéndolo y oyéndolo todo
Las reuniones destinadas a la diversión confunden la fe y hacen
que el motivo sea mixto e incierto. El Señor no acepta un corazón
dividido. Quiere todo el ser
Pocas diversiones populares son buenas
—Muchas de las di-
versiones que son populares en el mundo hoy, aun entre aquellos
que se llaman cristianos, tienden al mismo fin que perseguían las de
los paganos. Son, en verdad, pocas las diversiones que Satanás no
aprovecha para destruir las almas. Por medio de las representacio-
nes dramáticas ha obrado durante siglos para excitar las pasiones
y glorificar el vicio. La ópera con sus exhibiciones fascinadoras y
su música embelesadora, las mascaradas, los bailes y los juegos de
naipes, son cosas que usa Satanás para quebrantar las vallas de los
principios sanos y abrir la puerta a la sensualidad. En toda reunión
de placer donde se fomente el orgullo o se dé rienda suelta al apetito,
donde se le induzca a uno a olvidarse de Dios y a perder de vista