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El Hogar Cristiano
pero que han sido preparadas hábilmente para atrapar a los jóvenes
incautos
Empequeñece la educación
—Los padres cometen un error
cuando introducen apresuradamente a sus hijos en la sociedad en
edad temprana, como si temieran que no sabrán nada a menos que
asistan a fiestas y traten con los amadores del placer. Aun mientras
están en la escuela, les permiten que asistan a fiestas y se rocen con
la sociedad. Este es un grave error. Sus hijos aprenden así lo malo
mucho más ligero que las ciencias, y su mente se atiborra de cosas
inútiles, mientras que su pasión por las diversiones se desarrolla a
tal punto que les resulta imposible obtener siquiera un conocimiento
de los ramos comunes de la instrucción. Su atención se divide entre
los estudios y el amor al placer, y como este amor predomina, el
progreso intelectual de esos jóvenes es lento
Como el antiguo Israel, los amantes de los placeres comen, beben
y se levantan a bailar. Hay alegría y jaranas, hilaridad y júbilo. En
todo esto los jóvenes siguen el ejemplo de los autores que escribieron
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los libros puestos en sus manos para que los estudien. El peor mal
de todo esto es el efecto permanente que estas cosas ejercen sobre el
carácter
Indiferencia hacia el último mensaje
—Mientras que su tiem-
po de gracia estaba concluyendo, los antediluvianos se entregaban
a una vida agitada de diversiones y festividades. Los que poseían
influencia y poder se empeñaban en distraer la atención del pueblo
con alegrías y placeres para que ninguno se dejara impresionar por
la última solemne advertencia. ¿No vemos repetirse lo mismo hoy?
Mientras los siervos de Dios proclaman que el fin de todas las cosas
se aproxima, el mundo va en pos de los placeres y las diversiones.
Hay constantemente abundancia de excitaciones que causan indi-
ferencia hacia Dios e impiden que la gente sea impresionada por
las únicas verdades que podrían salvarla de la destrucción que se
avecina
Los observadores del sábado probados
—Los jóvenes obser-
vadores del sábado que han cedido a la influencia del mundo, tendrán
que ser probados. Los peligros de los postreros días están por so-
brecogernos, y espera a los jóvenes una prueba que muchos no han
anticipado. Se verán envueltos en perplejidad angustiosa, y la sin-
ceridad de su fe será probada. Profesan esperar al Hijo del hombre;