Página 444 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
cual los santos miraban con anhelo desde que la espada flamígera
echó del Edén a la primera pareja, el tiempo de “la redención de la
posesión adquirida.” La tierra originalmente dada al hombre como
reino suyo, entregada alevosamente por él a las manos de Satanás,
y durante tanto tiempo dominada por el poderoso enemigo, será
recobrada por el gran plan de redención
Todo lo que perdió el primer Adán será restaurado por el segundo.
Dice el profeta: “Oh torre del rebaño, la fortaleza de la hija de Sión
vendrá hasta ti: y el señorío primero.” Y Pablo señala hacia delante,
a “la redención de la posesión adquirida.”
Dios creó la tierra para que fuese morada de seres santos y
felices. Ese propósito se cumplirá cuando, renovada por el poder
de Dios y liberada del pecado y de la tristeza, llegue a ser la patria
eterna de los redimidos
Adán devuelto al Edén
—Después de su expulsión del Edén, la
vida de Adán en la tierra estuvo llena de pesar. Cada hoja marchita,
cada víctima ofrecida en sacrificio, cada ajamiento en el hermoso
aspecto de la naturaleza, cada mancha en la pureza del hombre, le
volvían a recordar su pecado. Terrible fué la agonía del remordimien-
to cuando notó que aumentaba la iniquidad, y que en contestación
a sus advertencias, se le tachaba de ser él mismo causa del pecado.
Con paciencia y humildad soportó, por cerca de mil años, el castigo
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de su transgresión. Se arrepintió sinceramente de su pecado y confió
en los méritos del Salvador prometido, y murió en la esperanza de
la resurrección. El Hijo de Dios reparó la culpa y caída del hombre,
y ahora, merced a la obra de propiciación, Adán es restablecido a su
primitiva soberanía.
Transportado de dicha, contempla los árboles que hicieron una
vez su delicia—los mismos árboles cuyos frutos recogiera en los
días de su inocencia y dicha. Ve las vides que sus propias manos cul-
tivaron, las mismas flores que se gozaba en cuidar en otros tiempos.
Su espíritu abarca toda la escena; comprende que éste es en verdad
el Edén restaurado y que es mucho más hermoso ahora que cuando
él fué expulsado. El Salvador le lleva al árbol de la vida, toma su
fruto glorioso y se lo ofrece para comer. Adán mira en torno suyo y
nota una multitud de los redimidos de su familia que se encuentra
en el paraíso de Dios. Entonces arroja su brillante corona a los pies
de Jesús, y, cayendo sobre su pecho, abraza al Redentor. Toca luego