Página 60 - El Hogar Cristiano (2007)

Basic HTML Version

56
El Hogar Cristiano
y liviandad, a impulso de la pasión, con ceguera y falta de serena
consideración. La única explicación de todo esto es que Satanás
se deleita en ver desgracia y ruina en el mundo, y teje su red para
prender almas. Se regocija al conseguir que esas personas descon-
sideradas pierdan su gozo en este mundo y su lugar en el mundo
venidero
Aprecien el juicio maduro de sus padres
—¿Deben los hijos
consultar tan sólo sus deseos e inclinaciones sin tener en cuenta
el consejo y el juicio de sus padres? Algunos no parecen dedicar
un solo pensamiento a los deseos o preferencias de sus padres,
ni tener en cuenta el juicio maduro de ellos. El egoísmo cerró la
puerta de su corazón al afecto filial. Es necesario despertar a los
jóvenes con respecto a este asunto. El quinto mandamiento es el
único acompañado de una promesa, pero bajo el dominio del amor se
lo tiene en poco y hasta se lo desconoce por completo. El desprecio
del amor maternal y de la preocupación paterna es uno de los pecados
anotados contra muchos jóvenes.
Uno de los mayores errores relacionados con este asunto lo
[63]
constituye el hecho de que los jóvenes e inexpertos no quieren que se
perturben sus afectos ni que alguien intervenga en su experiencia del
amor. Si hubo alguna vez un asunto que necesitara ser considerado
desde todo punto de vista, es éste. La ayuda de la experiencia ajena
y la ponderación serena y cuidadosa de ambos lados del asunto
resultan positivamente esenciales. Es un tema que la gran mayoría
de las personas trata con demasiada liviandad. Procurad el consejo
de Dios y de vuestros padres que le temen, jóvenes amigos. Orad al
respecto
Confiad en vuestros padres piadosos
—Si gozáis de la bendi-
ción de tener padres temerosos de Dios, consultadlos. Comunicadles
vuestras esperanzas e intenciones, aprended las lecciones que la vida
les enseñó
Si los hijos tuviesen más familiaridad con sus padres, si confia-
sen en ellos y les contasen sus gozos y pesares, se ahorrarían muchos
sinsabores futuros. Cuando se sienten perplejos acerca de cuál se-
ría la conducta correcta, presenten a sus padres el asunto como lo
ven ellos y pídanles su consejo. ¿Quién está mejor capacitado que
unos padres piadosos para señalarles los peligros? ¿Quién puede
comprender como ellos el temperamento particular de cada hijo?