Página 81 - El Hogar Cristiano (2007)

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Promesas solemnes
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humanidad. Así pueden las familias de la tierra, en su unidad, paz y
amor, representar la familia del cielo.
La condición de la sociedad ofrece un triste comentario acerca
del ideal que tiene el Cielo para esta relación sagrada. Sin embargo,
aun a aquellos que encontraron amargura y chasco donde habían
esperado obtener compañerismo y gozo, el Evangelio de Cristo
ofrece solaz
Una ocasión de gozo
—Las Escrituras declaran que Jesús y sus
discípulos fueron invitados a esta boda [de Caná]. Cristo no dió a
los cristianos autorización para decir al ser invitados a una boda: No
debiéramos asistir a una ocasión de tanto gozo. Al asistir a aquel
banquete Cristo enseñó que quiere vernos regocijarnos con los que
se regocijan en la observancia de sus estatutos. Nunca desaprobó las
fiestas inocentes de la humanidad cuando se celebraban de acuerdo
con las leyes del Cielo. Es correcto que quienes siguen a Cristo
asistan a una fiesta que él honró con su presencia. Después de
participar de aquel banquete, Cristo asistió a muchos otros y los
santificó por su presencia e instrucción
La prodigalidad, la ostentación y la hilaridad no son apro-
piadas para las bodas
—Las ceremonias matrimoniales se truecan
en ocasiones ostentosas, en las que hay prodigalidad y búsqueda de
placeres. Pero si las partes contratantes concuerdan en sus creen-
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cias y prácticas religiosas, si todo se hace en forma consecuente y
la ceremonia se realiza sin ostentación ni despilfarro, la boda no
desagradará a Dios
No hay motivo por hacer mucha ostentación, aun cuando las
partes contratantes se correspondan perfectamente
Siempre me ha parecido impropio que la ceremonia del matri-
monio vaya asociada con mucha hilaridad, algazara y simulación.
No debe ser así. Es un rito ordenado por Dios, que debe considerarse
con la mayor solemnidad. Cuando se establece una relación familiar
aquí en la tierra, debe ser una demostración de lo que será la familia
en el cielo. Se ha de dar siempre el primer lugar a la gloria de Dios
Una boda en la casa de la Sra. de White
—Más o menos a
las once de la mañana el martes, nuestro amplio comedor quedó
preparado para la ceremonia de la boda. En ella ofició el Hno. P.,
y todo fué muy bien. Se solicitó ... que la Hna. White ofreciese
la oración después de la ceremonia. El Señor me dió una libertad