Página 83 - El Hogar Cristiano (2007)

Basic HTML Version

Promesas solemnes
79
En esta ocasión puedo tomar de la mano a este hermano nuestro;
... y también la de su esposa, e instamos a ambos a que prosigan
unidos en la obra de Dios. Quiero decirles: Haced de Dios vuestro
consejero. Unid vuestras personalidades
Consejos a una pareja recién casada
—Estimado hermano y
estimada hermana: Acabáis de uniros para toda la vida. Empieza
vuestra educación en la vida marital. El primer año de la vida con-
yugal es un año de experiencia, en el cual marido y mujer aprenden
a conocer sus diferentes rasgos de carácter, como en la escuela un
niño aprende su lección. No permitáis, pues, que se escriban durante
ese primer año de vuestro matrimonio, capítulos que mutilen vuestra
felicidad futura. ...
[88]
Hermano mío, el tiempo, las fuerzas y la felicidad de su esposa
están ahora ligados a los suyos. Su influencia sobre ella puede ser
sabor de vida para vida o sabor de muerte para muerte. Cuide de no
echarle a perder la vida.
Hermana mía, Vd. debe ahora tomar sus primeras lecciones
prácticas acerca de sus responsabilidades como esposa. No deje de
aprender fielmente estas lecciones día tras día. ... Vele constante-
mente para no abandonarse al egoísmo.
En vuestra unión para toda la vida, vuestros afectos deben contri-
buir a vuestra felicidad mutua. Cada uno debe velar por la felicidad
del otro. Tal es la voluntad de Dios para con vosotros. Mas aunque
debéis confundiros hasta ser uno, ni el uno ni el otro debe perder
su individualidad. Dios es quien posee vuestra individualidad; y a
él debéis preguntar: ¿Qué es bueno? ¿qué es malo? y ¿cómo puedo
alcanzar mejor el blanco de mi existencia
Un voto tomado ante testigos celestiales
—Dios ordenó que
hubiese perfecto amor y armonía entre los que asumen la relación
matrimonial. Comprométanse los novios, en presencia del universo
celestial, a amarse mutuamente como Dios ordenó que se amen. ...
La esposa ha de respetar y reverenciar a su esposo, y el esposo ha de
amar y proteger a su esposa
Al comenzar la vida conyugal, tanto los hombres como las mu-
jeres deben consagrarse de nuevo a Dios
Sea Vd. tan fiel a sus votos matrimoniales que se niegue, tanto
en el pensamiento como por palabras o acciones, a mancillar su caso
de hombre que teme a Dios y acata sus mandamientos
[89]
[90]