Página 86 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
miramientos que se tenían al principio. Aliéntense uno a otro en las
luchas de la vida. Procure cada uno favorecer la felicidad del otro.
Haya entre ellos amor mutuo y sopórtense uno a otro. Entonces el
casamiento, en vez de ser la terminación del amor, será más bien su
verdadero comienzo. El calor de la verdadera amistad, el amor que
une un corazón al otro, es sabor anticipado de los goces del cielo
Todos deben cultivar la paciencia practicándola. Al ser uno bon-
dadoso y tolerante, puede mantener ardiente el amor en el corazón,
y se desarrollarán en él cualidades que el Cielo aprobará
El enemigo procurará separarlos
—Satanás está siempre listo
para obtener ventajas cuando se presenta cualquier divergencia, y
al influir sobre los rasgos de carácter censurables hereditarios que
haya en el esposo o la esposa, procurará enajenar a quienes unieron
sus intereses en un pacto solemne delante de Dios. Por sus votos
matrimoniales prometieron ser como uno solo, al convenir la esposa
en amar y obedecer a su esposo, y éste en amarla a ella y protegerla.
Si ambos obedecen a la ley de Dios, el demonio de la disensión se
mantendrá alejado de la familia, y no habrá división de intereses, ni
se permitirá enajenamiento alguno de los afectos
Consejos a una pareja de voluntad fuerte
—Ninguno de los
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dos debe tratar de dominar. El Señor ha presentado los principios
que deben guiarnos. El esposo debe amar a su esposa como Cristo
amó a la iglesia. La mujer debe respetar y amar a su marido. Ambos
deben cultivar un espíritu de bondad, y estar bien resueltos a nunca
perjudicarse ni causarse pena el uno al otro. ...
No tratéis de constreñiros el uno al otro. No podéis obrar así y
conservar vuestro amor recíproco. Las manifestaciones de la propia
voluntad destruyen la paz y la felicidad de la familia. No dejéis pe-
netrar el desacuerdo en vuestra vida conyugal. De lo contrario seréis
desdichados ambos. Sed amables en vuestras palabras y bondado-
sos en vuestras acciones; renunciad a vuestros deseos personales.
Vigilad vuestras palabras, porque ellas ejercen una influencia con-
siderable para bien o para mal. No dejéis traslucir irritación en la
voz, mas poned en vuestra vida el dulce perfume de la semejanza de
Cristo
Expresen el amor en palabras y hechos
—Son muchos los
que consideran la manifestación del amor como una debilidad, y
permanecen en tal retraimiento que repelen a los demás. Este espíritu