Página 87 - El Hogar Cristiano (2007)

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Una asociación feliz
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paraliza las corrientes de simpatía. Al ser reprimidos, los impulsos
de sociabilidad y generosidad se marchitan y el corazón se vuelve
desolado y frío. Debemos guardarnos de este error. El amor no puede
durar mucho si no se le da expresión. No permitáis que el corazón
de quienes os acompañen se agoste por falta de bondad y simpatía
de parte vuestra. ...
Ame cada uno de ellos al otro antes de exigir que el otro le ame.
Cultive lo más noble que haya en sí y esté pronto a reconocer las
buenas cualidades del otro. El saberse apreciado es un admirable
estímulo y motivo de satisfacción. La simpatía y el respeto alientan
el esfuerzo por alcanzar la excelencia, y el amor aumenta al estimular
la persecución de fines cada vez más nobles
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La razón por la cual hay en nuestro mundo tantos hombres y
mujeres de corazón duro estriba en que el afecto verdadero se ha
considerado como debilidad y se lo ha desalentado y reprimido.
La parte mejor de la naturaleza de esas personas fué pervertida y
atrofiada en la infancia; y a menos que los rayos de la luz divina
puedan derretir su frialdad y el egoísmo de su duro corazón, la
felicidad de los tales queda sepultada para siempre. Si queremos
tener un corazón tierno, como lo tuvo Jesús cuando estuvo en la
tierra, y una simpatía santificada como la que sienten los ángeles
hacia los mortales pecaminosos, debemos cultivar las simpatías de
la infancia, que son la sencillez misma. Entonces seremos refinados,
elevados y dirigidos por los principios celestiales
Demasiadas congojas y cargas se introducen en nuestras familias,
y se alberga muy poca sencillez natural, paz y felicidad. Debiera
haber menos interés por lo que diga el mundo exterior y prestarse
más atención reflexiva a los miembros del círculo familiar. Debiera
haber menos ostentación y afectación de urbanidad mundana entre
los miembros de la familia, y mucho más amor, ternura, alegría
y cortesía cristiana. Muchos necesitan aprender a hacer del hogar
un lugar atractivo y placentero. Los corazones agradecidos y las
miradas bondadosas son de más valor que las riquezas y el lujo, y
el contentarse con cosas sencillas hará feliz el hogar si en él hay
amor
Las pequeñas atenciones valen mucho
—Dios nos prueba por
los sucesos comunes de la vida. Son las cosas pequeñas las que
revelan lo más recóndito del corazón. Son las pequeñas atenciones,