Página 119 - Hijas de Dios (2008)

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El ministerio en el vecindario
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y pueden traer tantas almas a Cristo como la Palabra predicada, y
así por este medio han surgido iglesias enteras.
Cada discípulo de Cristo puede tener una parte en esta obra. Que
los folletos, las revistas y los libros sean diseminados por doquiera.
Llevad con vosotros un paquete de folletos seleccionados que podáis
distribuir cuando se presente la oportunidad. Podéis vender literatura,
o prestarla o regalarla según sea el caso; con esto se obtendrán
magníficos resultados.—
The Review and Herald, 10 de junio de
1880
.
Estad seguras de trabajar para Jesús
—Nuestras hermanas no
se hallan exentas de hacer su parte en la obra de Dios. Todo aquel
que ha gustado los poderes del mundo por venir, tiene una sagrada
labor que cumplir en la viña del Señor. Nuestras hermanas podrían
mantener sus manos ocupadas produciendo exquisitos artículos para
embellecer su hogar o para regalarlos a sus amigos. Podría pensarse
que una gran cantidad de estos materiales están produciendo un
buen fundamento. Pero, ¿Será que Jesús considerará estas exquisitas
pequeñeces como un sacrificio vivo para él? ¿Será que pronunciará
sobre esos obreros las palabras: “Yo conozco tus obras [...] y has
trabajado arduamente por causa de mi nombre”?
Apocalipsis 2:2-
3
.—
The Review and Herald, 31 de mayo de 1887
.
Todos podemos hacer obra misionera a nuestro alrededor
Nuestras hermanas se han excusado con facilidad de llevar respon-
sabilidades que requieren esfuerzo mental; y sin embargo esta es la
disciplina que necesitan para perfeccionar su experiencia cristiana.
Pueden hacer obra misionera y tener un interés personal en la distri-
bución de folletos y revistas que representan correctamente nuestra
fe. No todos pueden ir a los campos misioneros lejanos, pero todos
pueden hacer algo a su alrededor [...].
[114]
Como cristianos, debiéramos tener el profundo sentimiento de
que nuestro tiempo, nuestras energías y nuestros talentos han sido
comprados por un precio infinito. No somos nuestros para usar nues-
tro tiempo en cosas que gratifican nuestros gustos y nuestro orgullo.
Como hijos de luz, debemos difundir la luz a otros. Debiéramos
estudiar la manera de glorificar mejor a Dios, y de trabajar para
salvar y bendecir a las almas por las que Cristo murió. Al trabajar
para bendecir a otros, estaremos añadiendo fuerza y coraje a nues-
tras propias almas, y estaremos recibiendo la aprobación de Dios.