Página 233 - Hijas de Dios (2008)

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De mujer a mujer
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obra preciosa. Se han consagrado a Dios y son tan obreras de Dios
como sus esposos. Pueden trabajar por las familias en lugares donde
los ministros no pueden entrar; pueden escuchar las penas de los
deprimidos y oprimidos, y pueden esparcir rayos de luz en sus des-
animadas almas. Pueden orar con ellas y abrir las Escrituras para
iluminarlas con un “así dice el Señor”.—
Manuscript Releases 5:327
(1898)
.
La mujer ha de educarse para ayudar a otras mujeres
—Si
podemos hacer arreglos para que haya grupos organizados, regulares,
inteligentemente instruidos en lo que atañe a la parte que deben
realizar como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrán una vida
y vitalidad que hace mucho que necesitaban. Por mucho tiempo
he anhelado que hubiera mujeres que pudieran ser educadas para
ayudar a nuestras hermanas a levantarse de su desánimo y sentir que
podrían hacer una obra para el Señor. Esto es hacer brillar rayos de
sol en sus propias vidas, que se reflejan en los corazones de otros.
Dios la bendecirá y a todas las que se unan con usted en esta gran
obra.—
El Ministerio de la Bondad, 150-151 (1899)
.
Buscad a los que se sienten solos
Es natural buscar compañía
—Es natural buscar compañía. Ca-
da uno hallará compañeros o los hará. Y la intensidad de la amistad
determinará la influencia que los amigos ejerzan unos sobre otros,
para bien o para mal. Todos tendrán amistades, influirán en ellas y
recibirán su influencia.
Es misterioso el vínculo que une los corazones humanos de
manera que los sentimientos, los gustos y los principios de dos
personas quedan íntimamente fusionados. El uno recibe el espíritu
del otro y copia sus modales y actos. Como la cera conserva la figura
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del sello, así la mente retiene la impresión producida por el trato y
la asociación con otros. La influencia puede ser inconsciente, mas
no por eso es menos poderosa.—
Joyas de los Testimonios 1:585
(1881)
.
Necesidad de buenas compañías
—Muchos podrían ser pro-
tegidos de influencias pecaminosas si estuvieran rodeados de
buenas amistades y escucharan palabras amables y amororsas.—
Testimonies for the Church 4:358 (1879)
.