Página 139 - Hijas De Dios (1999)

Basic HTML Version

Capítulo 11 “Id por todo el mundo”
135
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis
necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros
rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que
tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”.
Hebreos 5:12
.
Usted necesita una buena religión en el hogar. Traiga toda la luz y
la alegría a su vida hogareña; que se vea en cada palabra, en cada
acción. Use diligentemente todos los dones celestiales y la luz que
Dios le ha dado, y haga uso práctico de esa luz; entonces el Señor
hará una gran demostración de su misericordia y su bondad. Alcance
en esta tierra un destino que sea digno del cielo.—
Carta 26a, 1891
.
Los misioneros deben estar consagrados a la obra
La carta que sigue fue escrita al pastor Isaac Van Horn y su
esposa Adelia, quienes habían sido enviados a Oregón como mi-
sioneros. Adelia había vivido en el hogar de los esposos White por
varios años antes de casarse, y la llegaron a considerar como una
hija. Tenían muchas esperanzas de que esta pareja se transformara
[146]
en un equipo misionero poderoso. Pero sus expectativas fueron de
corta duración
.
Mis queridos hijos, tan apreciados y cercanos a mí: Es con dolor
que les escribo esta carta. Cuando fueron enviados al campo de
labor en Oregón, fue con la idea de que trabajaran con interés por
la causa de Dios. Me fue mostrado que esa era la voluntad de Dios
para ustedes.
Sin embargo, al seguir vuestro propio curso de acción, el orden
de las cosas fue cambiado. Si hubieran dedicado vuestro poder y las
habilidades que Dios les ha dado para realizar el trabajo teniendo en
vista sólo su gloria, hubiesen hecho únicamente lo que era vuestro
deber hacer. La importancia de una labor sacrificada en la obra de
Dios debiera ser considerada con mayor cuidado de lo que ha sido.
Entonces se manifestaría un mayor espíritu de renunciamiento. El
amor y la piedad por las almas por las que Cristo murió, debiera
alejar los pensamientos de cualquier deseo o plan con fines egoístas.
El amor por Aquel que murió por el hombre, ejercerá un poder
limitador sobre nuestra imaginación, nuestros planes y propósitos.
No planearemos sólo por placer o para gratificar nuestros deseos,
sino que nos colocaremos sobre el altar del servicio a Dios para que