La influencia de la mujer cristiana
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Las buenas obras se realizan tan naturalmente como la acción de
respirar; viven para hacer bien a otros y sin embargo dicen: “Siervos
inútiles somos”—
Testimonies for the Church 2:465 (1870)
.
La influencia del vestido de la mujer cristiana
La belleza interior es más deseable que la apariencia exte-
rior
—Le agradaría a Dios ver a nuestras hermanas vestidas con
ropas aseadas y sencillas, dedicándose fervientemente a la obra del
Señor. No carecen de capacidad, y si diesen el uso debido a los
talentos que ya poseen, su eficiencia aumentaría grandemente. Si
el tiempo que ahora dedican al trabajo inútil lo consagrasen a es-
cudriñar la Palabra de Dios y enseñarla a otros, su propia mente se
enriquecería con gemas de la verdad y se fortalecería a la vez que se
ennoblecería, gracias al esfuerzo hecho para comprender las razones
de nuestra fe. Si nuestras hermanas fuesen cristianas de acuerdo
con la Biblia y concienzudas, si procuraran toda oportunidad para
iluminar a otras, veríamos que, por sus esfuerzos abnegados, decenas
de almas abrazarían la verdad.
Hermanas, en el día en que se haga el ajuste de cuentas, ¿sentiréis
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placer al repasar vuestra vida, o lamentaréis haber buscado la belleza
exterior, mientras descuidábais casi completamente la hermosura
interior, la del alma?—
Joyas de los Testimonios 1:593 (1885)
.
Conformad la manera de vestir a la Biblia
—Hermanas mías,
si conformáis vuestro modo de vestir con las reglas de la Biblia
dispondréis de abundantes recursos con que auxiliar a vuestras her-
manas pobres. Dispondréis no sólo de recursos, sino de tiempo, que
muchas veces es lo que más se necesita. Son muchas las personas a
quienes podríais ayudar con vuestros consejos, vuestro tacto y vues-
tra habilidad. Mostradles cómo se puede vestir sencillamente y, no
obstante, con buen gusto. ¡Cuántas mujeres no van a la casa de Dios
porque sus vestidos no les sientan bien y contrastan deplorablemente
con los de las demás! Muchas de estas personas son quisquillosas al
respecto y albergan sentimientos de amarga humillación e injusticia
a causa de este contraste. Y por ello, muchas dudan de la realidad
de la religión y endurecen sus corazones contra el Evangelio.—
El
Ministerio de Curación, 158-159 (1905)
.