La modestia de la mujer cristiana
153
cambio completo en la mente de los mayores. Los caracteres de los
jóvenes y las señoritas llevan la impronta del vicio, y sin embargo,
¿qué se hace para detener el avance de este mal? Se permite y se
insta a los adolescentes y a los jóvenes a tomarse libertades haciendo
proposiciones indecentes a las niñas y a las jóvenes. Es mi oración
que Dios despierte a los padres y a las madres para que se ocupen
seriamente en cambiar este estado de cosas.—
2TPI, 429 (1870)
.
Buen ejemplo en el vestido
Por un tiempo, Fannie Bolton fue una de las asistentes de Elena
G. de White. Lo que sigue es parte de una carta que le escribiera en
1894.
...Tengo que decirle algo con referencia a otro punto. Las her-
manas que han venido de Norteamérica tienen que rendir cuentas a
Dios con referencia a su ejemplo en la vestimenta; en este asunto
no han sido aprobadas por Dios como sus misioneras. Necesitamos
convertimos de cuerpo, alma y espíritu. ¿Será que por nuestro ejem-
plo vamos a conducir a otras al orgullo, a la indulgencia egoísta y a
malgastar el dinero en vestidos, lo que muestra que no somos hace-
doras de la Palabra? Me fueron presentadas ciertas conductas que
no son las que Dios aprueba. No se me ha pedido que sea específica
sino que diga mi palabra de advertencia.
[166]
Fannie, muchos—incluyéndola a usted—, no disciernen el espí-
ritu que caracteriza su trabajo; no pueden descubrir las intenciones
inconscientes, aunque en ocasiones se manifiesten abiertamente.
Aunque usted está llena de actividad, de celo, de agitación y empuje,
son los movimientos impulsivos, descontrolados y parciales los que
le dan forma a su trabajo. Los vasos elegidos por Dios trabajan bajo
la guía del Santo Espíritu. Pero usted ha trabajado mayormente bajo
la influencia de la satisfacción propia que busca, pensando que está
realizando un gran trabajo. Sin embargo, si separamos la paja del
trigo veremos que sólo quedan unos pocos granos. Muchos juzgan
por la apariencia exterior y no por el espíritu con que se lo hace ni
por los verdaderos resultados.
Vivimos en una época que ha sido representada como la de los
antediluvianos. Todos los que ruegan por las almas debieran llevar,
en su vestimenta y arreglo personal, la modestia y el ejemplo del