Página 180 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
ha de valorar a las mujeres por el trabajo que puedan hacer como
se estiman las bestias de carga. La esposa ha de agraciar el círculo
familiar como esposa y compañera de un esposo sabio. A cada paso
debe ella preguntarse: “¿Es ésta la norma de la verdadera feminei-
dad?” y: “¿Cómo haré para que mi influencia sea como la de Cristo
en mi hogar?” El marido debe dejar saber a su esposa que él aprecia
su trabajo.
La esposa ha de respetar a su marido. El ha de amar y apreciarla
a ella: y así como los une el voto matrimonial, su creencia en Cristo
debe hacerlos uno en él. ¿Qué podría agradar más a Dios que el ver
a los que contraen matrimonio procurar juntos aprender de Jesús y
llegar a compenetrarse cada vez más de su Espíritu?—
Los Hechos
de los Apóstoles, 99 (1899)
.
La esposa debe ser tratada con ternura
—Su familia puede
aún alcanzar la felicidad. Su esposa necesita su ayuda. Ella es como
un pámpano que se aferra; quiere depender de su fortaleza. Y usted
la puede ayudar a lo largo del camino. No la censure; no la repruebe
si los esfuerzos que ella hace no cumplen con lo que usted esperaba.
Más bien anímela con palabras de ternura y amor. Puede ayudar a
su esposa a mantener su dignidad y respeto propio. Nunca alabe los
trabajos de otros en su presencia para desmerecerla y hacerle sentir
sus deficiencias. Usted ha sido duro e insensible en este respecto.
Le ha mostrado más cortesía a sus empleadas domésticas que a su
esposa, y les ha dado prioridad antes que a ella.—
Testimonies for
the Church 2:305 (1869)
.
La esposa debe ayudar al esposo a mantener la dignidad
También se me ha mostrado que muchas veces la esposa comete
un grave error. Ella no realiza esfuerzos decididos para dominar su
propio genio y hacer feliz el hogar. Manifiesta a menudo inquietud y
profiere quejas innecesarias. El esposo llega de su trabajo cansado y
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perplejo, y encuentra un rostro ceñudo en lugar de palabras alegres
y alentadoras. El es humano, y sus afectos se apartan de su esposa.
Pierde el amor al hogar, su senda se obscurece y se desvanece su
valor. Pierde el respeto propio y la dignidad que Dios le exige que
mantenga.—
Joyas de los Testimonios 1:106 (1862)
.
El amor por Cristo fortalece el amor del uno por el otro
—Ni
el esposo ni la esposa deben fusionar su individualidad con la del
otro. Cada uno tiene una relación personal con Dios, y es a él a quien