Matrimonio, hogar y familia
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debe preguntar: “¿Qué es correcto?” “¿Qué es incorrecto?” “¿Cómo
puedo cumplir mejor mi propósito en la vida?” Que la riqueza de
vuestros afectos fluyan hacia Aquel que dio su vida por vosotros.
Haced de Cristo lo primero, lo último y lo mejor. Y cuando el amor
por Cristo se haga más profundo y fuerte, también se fortalecerá y
purificará el amor del uno por el otro.
El espíritu que Cristo ha manifestado hacia nosotros, es el espíri-
tu que el esposo y la esposa deben manifestarse el uno hacia el otro.
“Andad en amor, como también Cristo nos amó... Como la iglesia
está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos
en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a
la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”.
Efesios 5:2, 24-25
.
Ni el esposo ni la esposa debieran intentar ejercer un control
arbitrario sobre el otro. No tratéis de obligar al otro a ceder a vues-
tros deseos. No podéis hacerlo sin perjudicar el amor del uno por
el otro. Sed pacientes, bondadosos, perdonadores, considerados y
corteses. Por la gracia de Dios podréis tener éxito en hacer feliz
a vuestro cónyuge como prometisteis hacerlo en vuestros votos
matrimoniales.—
The Review and Herald, 10 de diciembre de 1908
El debido cuidado al elegir el compañero de la vida
Un matrimonio equivocado puede arruinar la vida
—
Aquellos que están pensando en casarse, deben reflexionar seria-
mente sobre el tema antes de hacerlo, a fin de no tener reflexiones
infelices y miserables después. Si este paso se toma equivocadamen-
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te, es uno de los medios más efectivos para arruinar la utilidad de
jóvenes y señoritas. La vida se transforma en una carga, una maldi-
ción. Nadie puede arruinar la felicidad y la utilidad de una mujer,
y transformar su vida en una carga dolorosa, como puede hacerlo
un mal esposo. Y nadie puede siquiera hacer la centésima parte de
lo que puede hacer una mala esposa para destruir las aspiraciones
y esperanzas de un hombre, arruinar su influencia y perspectivas y
paralizar sus energías. Muchos hombres y mujeres pueden medir el
éxito o el fracaso en esta vida y sus esperanzas de una vida futura, a
partir de la fecha de su matrimonio.—
The Review and Herald, 2 de
febrero de 1886
.