Página 202 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
sión. Elena G. de White sintió que era su deber recordar a la pareja
que sus hijos no estaban siendo criados en el temor de Dios. Este
nombre no debe ser confundido con A. G.Daniells, que llegó a ser
presidente de la Asociación General
.
... Por años habéis recibido testimonios acerca del tema de la
economía y del sabio uso de vuestros medios, pero ninguno de
vosotros ha hecho definidos cambios en este sentido. Gustáis de
aparentar; de complacer vuestro apetito y vuestros gustos. Y estos
mismos rasgos de carácter se reproducen en vuestros hijos, porque
se siega lo que se ha sembrado. En vuestro trabajo nunca recibiréis
suficientes medios para satisfacer vuestra complacencia, vuestro
despilfarro y vuestros hábitos extravagantes. ¿Por qué no imitar a
esos otros obreros que reciben menos que vosotros y sin embargo
pueden mantener confortablemente a sus familias? La razón por la
que estáis siempre en aprietos no es porque no recibáis suficiente
sueldo para manteneros como cristianos, sino porque no manejáis
adecuadamente vuestros medios para no entrar en aprietos. Si reci-
biérais veinte dólares por semana, de todas maneras os quejaríais de
vuestra situación económica.
En Healdsburg [California] el Señor obró a través vuestro, no por-
que hayáis sido perfectos, sino a pesar de vuestras imperfecciones.
El yo ha estado mezclado con el trabajo. Si se hubiera manifestado
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humildad cuando el Espíritu y el poder de Dios estaban obrando en
la gente; si se hubiera caminado cuidadosa y humildemente ante
Dios, sintiendo vuestra propia indignidad y su gran bondad, se habría
dejado una mejor influencia que la que se dejó allí. Pero vosotros
achacáis todos vuestros problemas financieros a las circunstancias.
Vosotros habláis muy bien a los padres en cuanto a la crianza de
los hijos. La Hna. Daniels, a quien amo y respeto en el Señor, es una
buena conferenciante sobre este tema. Pero vuestra práctica contra-
dice los excelentes principios que habéis presentado. La hermana no
práctica sus propias enseñanzas. Cuando vuestras costumbres llegan
a ser conocidas y vuestras prácticas hogareñas llegar a ser reveladas,
la gente se confunde, se disgusta, porque vosotros no entrenáis a
vuestros hijos para ser útiles, para practicar el renunciamiento y para
guardar el camino del Señor. ¿Por qué habéis sido tan irresolutos en
propósito, tan flojos en la acción, tan vacilantes en los principios y
tan débiles en la fe?