La paternidad
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Esto es un misterio para aquellos que os han conocido en el
púlpito y en el hogar. Pastor Daniels, los hermanos lo ven un día
fuerte y confiado, y al día siguiente ha experimentado un cambio
total; afirma cosas que son completamente opuestas a las que había
afirmado el día anterior...
Cuando se me mostró la gran necesidad de reforma en la edu-
cación y crianza de sus hijos, sentí un dolor que no puedo expresar,
porque vi que usted no hacía su parte en brindar lo mejor a sus hijos.
Necesita que el Espíritu de Dios trabaje en su propio corazón, por-
que su vida no está gobernada por los principios correctos. Si usted
estuviera actuando correctamente ante Dios, no estaría haciendo lo
que hace con referencia a sus hijos, y no estaría dando semejante
ejemplo. Debe depender mucho menos del yo y mucho más de Jesús.
Si estuviera en comunión más íntima con Dios gobernaría a sus hijos
sabiamente.
Zua [la hija] es impulsiva; le falta experiencia para ir en la
dirección correcta. Necesita ser guiada y restringida en lugar de ser
complacida y alabada. Si vosotros hubiérais discernido; si vuestras
almas hubiesen estado imbuidas del poder santificador de la verdad,
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no hubiérais necesitado consejo especial con relación al plan de Zua
de asistir al Seminario Snell. Si otros padres os hubieran consultado
acerca de la educación de sus hijos, hubiéseis sabido exactamente
qué responder. Pero vosotros habéis colocado barreras en el camino
de la salvación de Zua, porque le habéis elegido como sus amistades
a los vanos, los orgullosos y los incrédulos.
Hna. Daniels, usted no cumplió sus solemnes responsabilidades
como madre... cuando ayudó a su hija a engañar a su propio padre
con relación a los gastos de vestimenta. Ambos han estado enga-
ñados con falsas ideas acerca de la crianza de los hijos. Debéis ser
transformados plenamente por la gracia de Cristo a fin de enseñar
a vuestros hijos, por precepto y por ejemplo, el camino correcto y
bueno. Zua está llena de afectación y autoengaño. Es superficial en
casi todas las cosas. Su vida escolar le ha dado un poco de lustre
exterior, pero su corazón no ha sido renovado, pues aún no tiene
amor a Dios, ni busca la compañía de los cristianos. Está en las filas
del enemigo; y si le tocara morir hoy, no entraría en el reino de los
cielos.