Cuando llega la aflicción
213
hasta que el Dador de la vida la llame para cambiar esta cárcel por
una brillante inmortalidad. Jesús es su Salvador ahora, y es quien,
con su presencia, hace de cualquier lugar un cielo. Su vida, mi amada
hija, está escondida con Cristo en Dios; y cuando Cristo, que es su
vida, se manifieste, usted también se manifestará con él vestida de
inmortalidad y vida eterna. ¿Contemplará la gloria de Cristo llena de
gracia, misericordia y paz en su debilidad? ¿Se acercará a él como
la aguja se torna al imán?
Quizá no todos sus días sean claros y gozosos; pero no se an-
gustie por ello. Espere y confíe demostrando su fe, mansedumbre y
paciencia. Aun ahora su vida puede ser una lección para todos, mos-
trándoles que se puede ser feliz a pesar de la aflicción y la pérdida de
las fuerzas. Cuando el alma pasa por aguas profundas, la presencia
de Dios hace santa la habitación de sus santos que agonizan. Su
paciente espera y su constante gozo muestran que tiene la ayuda
de un poder invisible; y eso es un poderoso testimonio en favor del
cristianismo y del Salvador que se ama. Estas pruebas tienen un
poder transformador para refinar, ennoblecer, purificar y capacitar
para las mansiones eternas.
¡Oh, sí! los últimos días de un creyente pueden ser fragantes,
porque los rayos del Sol de justicia brillan a través de esa vida
difundiendo una fragancia constante. ¡Cuántas razones tenemos para
gozarnos, siendo que nuestro Redentor derramó su preciosa sangre
sobre la cruz en expiación por nuestros pecados, y por su obediencia
hasta la muerte nos brindó justicia eterna! Usted sabe que él hoy
está a la diestra del Padre, como nuestro Salvador y como Príncipe
de la vida. No hay otro nombre a quien podamos confiar nuestros
[232]
intereses eternos; sólo en él podemos descansar plenamente. Usted
lo ha amado a él; y aunque a veces su fe puede haber sido débil y su
convicción confusa, Jesús es su Salvador. El no la salva porque usted
sea perfecta, sino porque necesita de él, y ha confiado en él. Jesús la
ama, mi preciosa amiga. Con confianza puede cantar: “Bajo sus alas
mi alma estará, salva y segura por siempre”.—
Carta 46, 1879
.