Página 22 - Hijas De Dios (1999)

Basic HTML Version

18
Hijas De Dios
era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y
afectuosa que debía existir en esa relación. “Porque nadie aborreció
jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida”. “Por tanto,
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne”.
Efesios 5:29
;
Génesis 2:24
...
La creación estaba ahora completa. “Fueron, pues, acabados los
cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos”. “Y vio Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”.
Génesis 2:1;
1:31
. El Edén florecía en la tierra. Adán y Eva tenían libre acceso
al árbol de la vida. Ninguna mácula de pecado o sombra de muerte
desfiguraba la hermosa creación. “Alababan todas las estrellas del
alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios”.
Job 38:7
...
Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocen-
tes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del pecado. Dios
los hizo entes morales libres, capaces de apreciar y comprender la sa-
biduría y benevolencia de su carácter y la justicia de sus exigencias,
y les dejó plena libertad para prestarle o negarle obediencia. Debían
gozar de la comunión de Dios y de los santos ángeles; pero antes
de darles seguridad eterna, era menester que su lealtad se pusiese a
prueba...
Mientras permaneciesen leales a Dios, Adán y su compañera
iban a ser los señores de la tierra. Recibieron dominio ilimitado sobre
toda criatura viviente. El león y la oveja triscaban pacíficamente a
su alrededor o se echaban junto a sus pies. Los felices pajarillos
[21]
revoloteaban alrededor de ellos sin temor alguno; y cuando sus
alegres trinos ascendían alabando a su Creador, Adán y Eva se unían
a ellos en acción de gracias al Padre y al Hijo...
Los ángeles habían prevenido a Eva que tuviese cuidado de no
separarse de su esposo mientras éste estaba ocupado en su trabajo
cotidiano en el huerto; estando con él correría menos peligro de caer
en la tentación que estando sola. Pero distraída en sus agradables
labores, inconscientemente se alejó del lado de su esposo... muy
pronto se encontró extasiada, mirando con curiosidad y admiración
el árbol prohibido. El fruto era bello, y se preguntaba por qué Dios
se lo había vedado. Esta fue la oportunidad de Satanás. Como dis-
cerniendo sus pensamientos, se dirigió a ella diciendo: “¿Conque
Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”
Génesis