Mujeres notables del Antiguo Testamento
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3:1
... El tentador afirmó que jamás llegaría a cumplirse la divina
advertencia; que les fue hecha meramente para intimidarlos...
Eva creyó realmente las palabras de Satanás, pero esta creencia
no la salvó de la pena del pecado. No creyó en las palabras de Dios,
y esto la condujo a su caída. En el juicio final, los hombres no serán
condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino
porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de
aprender la verdad...
Eva... vio “que el árbol era bueno para comer, y que era agradable
a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomo de
su fruto, y comió”.
Génesis 3:6
. Era agradable al paladar, y a medida
que comía, parecía sentir una fuerza vivificante, y se figuró que
entraba en un estado más elevado de existencia. Sin temor tomó el
fruto y lo comió.
Y ahora, habiendo pecado, ella se convirtió en el agente de Sa-
tanás para labrar la ruina de su esposo. Con extraña y anormal
excitación, y con las manos llenas del fruto prohibido, lo buscó y le
relató todo lo que había ocurrido.
Una expresión de tristeza cubrió el rostro de Adán. Quedó atónito
y alarmado. A las palabras de Eva contestó que ése debía ser el
enemigo contra quien se los había prevenido; y que conforme a
la sentencia divina ella debía morir. En contestación, Eva le instó
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a comer, repitiendo el aserto de la serpiente de que no morirían.
Alegó que las palabras de la serpiente debían ser ciertas puesto que
no sentía ninguna evidencia del desagrado de Dios; sino que, al
contrario, experimentaba una deliciosa y alborozante influencia, que
conmovía todas sus facultades con una nueva vida, que le parecía
semejante a la que inspiraba a los mensajeros celestiales.
Adán comprendió que su compañera había violado el manda-
miento de Dios, menospreciando la única prohibición que les había
sido puesta como una prueba de su fidelidad y amor. Se desató una
terrible lucha en su mente. Lamentó haber dejado a Eva separarse
de su lado. Pero ahora el error estaba cometido; debía separarse de
su compañía, que le había sido de tanto gozo. ¿Cómo podría hacer
eso?...
Adán resolvió compartir la suerte de Eva; si ella debía morir,
el moriría con ella. Al fin y al cabo, se dijo Adán, ¿no podrían ser
verídicas las palabras de la sabia serpiente? Eva estaba ante él, tan