Página 268 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
El se ha sentido llamado a prevenirme del peligro de dejarme
guiar o engañar por Edson. También se ha sentido llamado a adver-
tirme que debo cuidarme de la Hna. Willis, de ir a Petaluma, etc.
Espero que cuando mi esposo salió de viaje no se haya llevado a
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Dios consigo, de tal manera que hayamos sido abandonados a cami-
nar en la luz de nuestros propios ojos y en la sabiduría de nuestros
propios corazones.
En su última carta nuevamente me repite que no quiere que
le haga comentarios acerca de lo que él escribe. Aquí están sus
declaraciones:
“... Puedes estar segura que ninguna de estas cosas me hunden ni
en la medida de un cabello. Me gustaría encontrarme contigo y con
Mary en el congreso de Kansas, siempre y cuando me trates al mismo
nivel que tú misma, a no ser que tengas una directa revelación del
Señor. Estaré contento de trabajar contigo, pero pienso que si se me
ha dado la responsabilidad de supervisar toda la obra, sería incorrecto
si dependiera de las opiniones privadas de cualquier otra persona.
En ese caso estaría dependiendo de la infalibilidad de otros. Si no
puedo tomar mis propias decisiones, entonces debería cortésmente
dejar mis responsabilidades. No quiero tener más controversias con
mi querida esposa. Ella puede tener su forma de ver las cosas, y si
no le gusta mi posición con referencia a Edson, ¿será que puede
guardarse su opinión para sí misma y dejarme gozar de la mía?
Tus comentarios me han sonsacado. Tú no puedes soportar mis
declaraciones, pero yo sí he tenido que hacerlo.
Con relación a si debes venir a Kansas, no estoy ansioso en lo
más mínimo. A juzgar por la última página de tu carta, pienso que
será mejor trabajar separados hasta que puedas dejar de lado tus
esfuerzos de condenarme continuamente. Si tienes un mensaje del
Señor para mí, espero estar dispuesto a temblar ante su palabra. Pero
aparte de eso, debes considerarme como tu igual; de otra manera
será mejor trabajar solos.
No te preocupes de recordarme las cosas en las que no concor-
damos; ya las tengo en mi corazón. Pero mientras tenga que actuar,
prefiero usar la vieja cabeza que Dios me ha dado, hasta que él mis-
mo me muestre que estoy equivocado. Tu cabeza no calza bien sobre
mis hombros; mantenla donde corresponde, y yo trataré de honrar
a Dios usando mi propia cabeza. Estaré contento de tener noticias