Página 66 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
se conmueve hoy por la tristeza de una madre. En todo pesar y en
toda necesidad, dará consuelo y ayuda.—
El Deseado de Todas las
Gentes, 473 (1898)
.
Hasta resucitaba los muertos el Salvador. Uno de ellos fue el hijo
de la viuda de Naín. Ya lo llevaban al sepulcro cuando encontraron a
Jesús. Tomó al joven por la mano, lo levantó, y lo entregó vivo a su
madre. Cada acompañante regresó a su casa con exclamaciones de
regocijo y alabanzas a Dios.—
Cristo Nuestro Salvador, 69 (1896)
.
Las mujeres al pie de la cruz
Este capítulo está basado en Marcos 15 y Lucas 23.
Cuando Jesús pareció expirar ante el peso de la cruz, muchas
mujeres, aun aquellas que no creían en él, se angustiaron por sus
sufrimientos y comenzaron a llorar y lamentarse. Al revivir de su
agotamiento, Cristo las miró con tierna compasión. Sabía que no
se lamentaban porque era el Enviado de Dios, sino por motivos
humanitarios. Dirigiéndose a las llorosas mujeres les dijo: “Hijas de
Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por
vuestros hijos”.
Lucas 23:28
.
Jesús no despreció sus lágrimas; por el contrario, se despertó
en su propio corazón una profunda simpatía por ellas. Olvidó su
propia aflicción y comenzó a contemplar el futuro destino de Jeru-
salén. Hacía pocas horas que el pueblo había gritado: “Su sangre
sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”.
Mateo 27:25
. Pronto
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comprenderían cuán ciegamente habían invocado el aciago destino
que les esperaba. Muchas de esas mismas mujeres que lloraban y se
lamentaban por Cristo, habrían de perecer con sus hijos durante el
sitio de Jerusalén.—
The Spirit of Prophecy 3:151 (1878)
.
Las mujeres que habían venido de Galilea permanecieron con
Juan, el discípulo, para ver qué se dispondría acerca del cuerpo de
Jesús; cuerpo que consideraban muy precioso a pesar de que sus
esperanzas de que él fuera el Mesías prometido habían perecido con
él...Las mujeres se sorprendieron al ver que José [de Arimatea] y
Nicodemo, ricos y respetados miembros del Concilio, estuvieran
tan interesados y ansiosos como ellas, de que se dispusiera correc-