Página 68 - Hijas De Dios (1999)

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Hijas De Dios
pero pronto se percataron de la presencia de un ángel.—
Sermons
and Talks 2:281 (1906)
.
Las mujeres no habían venido todas a la tumba desde la misma
dirección. María Magdalena fue la primera en llegar al lugar; y al
ver que la piedra había sido sacada, se fue presurosa para contarlo a
los discípulos. Mientras tanto, llegaron las otras mujeres. Una luz
resplandecía en derredor de la tumba, pero el cuerpo de Jesús no
estaba allí. Mientras se demoraban en el lugar, vieron de repente
que no estaban solas. Un joven vestido de ropas resplandecientes
estaba sentado al lado de la tumba. Era el ángel que había apartado la
piedra. Había tomado el disfraz de la humanidad, a fin de no alarmar
a estas personas que amaban a Jesús. Sin embargo, brillaba todavía
en derredor de él la gloria celestial, y las mujeres temieron.
Se dieron vuelta para huir, pero las palabras del ángel detuvieron
sus pasos. “No temáis vosotras—les dijo—porque yo sé que buscáis
a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado,
como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto
y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos”.
Mateo
28:5-7
. Volvieron a mirar al interior del sepulcro y volvieron a oír las
nuevas maravillosas. Otro ángel en forma humana estaba allí, y les
dijo: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí,
sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún
estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea
entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado,
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y resucite al tercer día”.
Lucas 24:5-7
.—
El Deseado de Todas las
Gentes, 732-733 (1898)
.
“Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras
lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles
con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera y
el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le
dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a
mi Señor, y no sé dónde le han puesto”.
Juan 20:11-13
.
María volvió a salir, sin seguir escuchando siquiera las palabras
de los ángeles, pensando que quizá pudiera encontrar a alguien que
le dijese qué se había hecho con Jesús. Mientras tanto otra voz se
dirige hacia ella y le pregunta: “Mujer, ¿por qué lloras?” A través
de sus lágrimas María ve a alguien que supone que es el jardinero.
“Señor—le dice—si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto,