Página 139 - La Historia de la Redenci

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El pecado de Moisés
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Moisés cede ante la impaciencia
“Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la
peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir agua
de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su
vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y
sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y Aarón: Por cuanto no creísteis
en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no
meteréis esta congregación en la tierra que les he dado”.
En esto Moisés pecó. Se cansó de las constantes quejas de la
gente contra él y los mandamientos de Dios, tomó la vara, y en lugar
de hablar a la roca como Dios había mandado, la golpeó dos veces
diciendo: “¿Os hemos de hacer salir agua de esta peña?” En esto
habló precipitadamente con sus labios. No dijo: “Dios les va a dar
ahora una nueva evidencia de su poder al sacar agua de esta roca”.
No adjudicó el poder y la gloria a Dios por el agua que salió de la
peña, y por eso mismo no lo glorificó delante de la gente. Por causa
de esta falla de Moisés, Dios no le permitió que condujera al pueblo
a la tierra prometida.
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La necesidad de la manifestación del poder de Dios invistió de
gran solemnidad esa ocasión, y Moisés y Aarón debieran haberla
aprovechado para causar una impresión favorable sobre el pueblo.
Pero Moisés estaba excitado, impaciente y enojado con la gente,
por causa de sus quejas, y dijo: “¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos
de hacer salir aguas de esta peña?” Al expresarse de esa manera
admitió virtualmente que la queja de Israel era correcta cuando le
adjudicaban a él la salida del pueblo de Dios de Egipto. El Señor
había perdonado a la gente transgresiones mayores que este error
de Moisés, pero no podía considerar el pecado de un dirigente del
pueblo como si fuera el de uno de sus dirigidos. No podía excusar el
pecado de Moisés y permitirle entrar en la tierra prometida.
Jehová dio aquí a su pueblo una prueba irrefutable de que quien
había producido esa maravillosa liberación y los había sacado de la
esclavitud de Egipto era el Angel poderoso, y no Moisés, y que ese
Angel era el que iba delante de ellos en todas sus peregrinaciones, y
acerca del cual había dicho: “He aquí yo envío mi ángel delante de
ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que
yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas