Página 143 - La Historia de la Redenci

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La muerte de Moises
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por ellos tan fervorosamente que el Señor los había perdonado con
generosidad. Les recordó los milagros que hizo el Altísimo ante
Faraón y toda la tierra de Egipto. Les dijo: “Mas vuestros ojos
han visto todas las grandes obras que Jehová ha hecho. Guardad,
pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que
seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para
tomarla”.
Deuteronomio 11:7, 8
.
Moisés advirtió especialmente a los hijos de Israel que no fueran
seducidos por la idolatría. Los instó con fervor a que obedecieran los
mandamientos de Dios. Si obedecían al Señor y lo amaban y servían
con un amor íntegro, les daría lluvias a su tiempo, haría crecer
la vegetación y aumentaría sus ganados. Gozarían de privilegios
especiales e importantes, y triunfarían sobre sus enemigos.
Moisés instruyó a los hijos de Israel con sinceridad y en forma
impresionante. Sabía que era la última vez que les iba a dirigir la
palabra. Terminó escribiendo en un libro todas las leyes, los regla-
mentos y estatutos que Dios le había dado, y las distintas instruccio-
nes concernientes a las ofrendas y los sacrificios. Puso el libro en
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manos de hombres que ejercían cargos sagrados y les solicitó que,
para salvaguardarlo, lo pusieran al lado del arca, donde el cuidado
de Dios se ejercía continuamente. Había que preservar ese libro de
Moisés para que los jueces de Israel pudieran referirse a él en todos
los casos en que fuera necesario. La gente que está sometida al error
a menudo interpreta los requerimientos de Dios de manera que se
ajusten a su propio caso; por eso se guardó el libro de Moisés en un
lugar sumamente sagrado, para que se recurriera a él en lo futuro.
Moisés puso fin a sus últimas instrucciones al pueblo median-
te un discurso poderoso y profético, patético y elocuente. Bajo la
inspiración de Dios bendijo por separado a las tribus de Israel. En
sus palabras finales se espació bastante sobre la majestad de Dios y
la excelencia de Israel, que perduraría para siempre si obedecía los
mandamientos de Dios y se aferraba a su fortaleza.
El fallecimiento y la resurrección de Moisés
“Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la
cumbre del Pisga, que está en frente de Jericó; y le mostró Jehová
toda la tierra de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, y la tierra de Efraín