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La Historia de la Redención
y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el Mar Occidental; el
Neguev y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta
Zoar. Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abrahán, a
Isaac y a Jacob diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido
verla con tus ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí Moisés, siervo
de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y
lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, en frente de Bet-peor;
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y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Era Moisés
de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se
oscurecieron, ni perdió su vigor”.
Dios no quiso que nadie subiera con Moisés a la cumbre del
Pisga. Allí éste se mantuvo de pie, sobre la elevada prominencia de
la cumbre de ese monte, en la presencia de Dios y de los ángeles
celestiales. Después de haber contemplado Canaán a su satisfacción,
se reclinó a descansar como un guerrero fatigado. Lo asaltó el sueño,
pero era el sueño de la muerte. Los ángeles tomaron su cuerpo y
lo sepultaron en el valle. Los israelitas nunca pudieron encontrar
el lugar donde fue sepultado. Ese funeral, celebrado en secreto,
tenía como propósito evitar que la gente pecara contra el Señor
cometiendo idolatría con su cuerpo.
Satanás se alegró muchísimo de haber conseguido éxito al lograr
que Moisés pecara contra Dios. Por causa de esa transgresión cayó
bajo el dominio de la muerte. Si hubiera seguido siendo fiel, y su
vida no hubiera sido malograda por esa única transgresión, al no dar
gloria a Dios cuando salió agua de la roca, podría haber entrado en
la tierra prometida y haber sido trasladado al cielo sin pasar por la
muerte. Miguel, o sea Cristo, y los ángeles que sepultaron a Moisés,
descendieron del cielo después que permaneció en la tumba por
algún tiempo y lo resucitaron para llevarlo al cielo.
Cuando Cristo y los ángeles se aproximaron a la tumba, Satanás
y sus ángeles aparecieron junto a ella y montaron guardia en torno
del cuerpo de Moisés para que no fuera retirado de allí. Al acercarse
Cristo y sus ángeles, Satanás resistió ese avance, pero fue obligado
a retroceder por la gloria y el poder de Cristo y sus ángeles. El
adversario reclamó el cuerpo de Moisés por causa de esa única
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transgresión; pero Cristo mansamente recurrió a su Padre al decir:
“El Señor te reprenda”.
Judas 9
. Cristo dijo a Satanás que sabía que
Moisés se había arrepentido humildemente de ese único error, que