Página 147 - La Historia de la Redenci

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La entrada en la tierra prometida
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Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos
de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así
estaré contigo”.
El cruce del Jordán
Los sacerdotes debían ir al frente del pueblo y llevar el arca que
contenía la ley de Dios. Y cuando sus pies tocaron los bordes del
Jordán, las aguas se separaron comenzando por arriba, y los sacer-
dotes pasaron llevando el arca que era un símbolo de la presencia
divina; y la hueste de los hebreos los siguió. Cuando los sacerdotes
llegaron al medio del Jordán, se les ordenó que permanecieran en
el lecho del río hasta que pasara toda la hueste de Israel. En esa
ocasión la generación de israelitas que vivía en ese momento se
convenció de que las aguas del Jordán estaban sometidas al mismo
poder que sus padres habían visto manifestarse ante ellos en el Mar
Rojo cuarenta años antes. Muchos de ellos habían pasado el Mar
Rojo cuando eran niños. Ahora cruzaron el Jordán como hombres
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de guerra, perfectamente bien equipados para la batalla.
Cuando las huestes de Israel cruzaron el Jordán, Josué ordenó
a los sacerdotes que salieran del río. Tan pronto como éstos, que
llevaban el arca del pacto, salieron del río y estuvieron en pie en
tierra seca, el Jordán comenzó a avanzar como antes y recuperó
todos sus límites previos. Este maravilloso milagro llevado a cabo
en favor de los israelitas aumentó grandemente su fe. Para que no
fuera olvidado jamás, el Señor intimó a Josué a ordenar a hombres
notables, uno de cada tribu, que sacara piedras del lecho del río, en
el lugar donde los pies de los sacerdotes habían estado mientras la
hueste hebrea lo cruzaba, para llevarlos sobre los hombros, y levantar
un monumento en Gilgal, a fin de conservar el recuerdo del hecho de
que Israel cruzó el Jordán por tierra seca. Después que los sacerdotes
hubieron salido del Jordán, Dios retiró su mano poderosa y las aguas
se abalanzaron como una tremenda catarata para seguir su curso.
Cuando todos los reyes de los amorreos y los cananeos oyeron
que el Señor había detenido las aguas del Jordán delante de los hijos
de Israel, sus corazones se disolvieron de temor. Los israelitas habían
dado muerte a dos de los reyes de Moab, y su cruce milagroso por en
medio de las aguas impetuosas y arrolladoras del Jordán los llenaron