Página 153 - La Historia de la Redenci

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El Arca de Dios y las vicisitudes de Israel
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de su gloria descansaban sobre el querubín que se encontraba al lado
derecho del arca, en señal de aprobación o favor. Si rechazaba el
requerimiento, una nube envolvía al querubín de la izquierda.
Cuatro ángeles del cielo acompañaban siempre el arca de Dios
en todas sus peregrinaciones, para protegerla de cualquier peligro y
para cumplir toda misión que se les requiriera en relación con ella.
Jesús, el Hijo de Dios, seguido por los ángeles celestiales, iba delante
del arca cuando ésta se aproximaba al Jordán; las aguas se dividieron
delante de su presencia. Cristo y los ángeles permanecieron junto al
arca y los sacerdotes en el lecho del río hasta que todo Israel cruzó el
Jordán. Cristo y los ángeles acompañaron al arca cuando ésta giraba
en torno de Jericó, y finalmente derribaron sus macizos muros y
entregaron la ciudad en manos de Israel.
El resultado del descuido de Elí
Cuando Elí era sumo sacerdote elevó a sus hijos a la dignidad
sacerdotal. Sólo Elí tenía permiso para entrar en el lugar santísimo
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una vez al año. Sus hijos ministraban junto a la puerta del tabernáculo
y oficiaban en relación con las ofrendas de animales y en el altar de
los sacrificios. Continuamente abusaban de su cargo sagrado. Eran
egoístas, codiciosos, glotones y libertinos. Dios reprobó a Elí por
su culpable negligencia con respecto a la disciplina familiar. Elí
reprendía a sus hijos pero no los mantenía en sujeción. Después de
ubicarlos en el sagrado cargo del sacerdocio, Elí oyó hablar de la
conducta de ellos, de cómo defraudaban a los hijos de Israel en sus
ofrendas, de sus audaces transgresiones de la ley de Dios y de su
conducta violenta que indujo a pecar a Israel.
El Señor dio a conocer al niño Samuel los juicios que lanzaría
sobre la casa de Elí a causa de la negligencia de éste. “Y Jehová dijo
a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere,
le retiñirán ambos oídos. Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las
cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y
le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad
que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha
estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad
de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con
ofrendas”.