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La Historia de la Redención
Las transgresiones de los hijos de Elí eran tan audaces, tan insul-
tantes para un Dios santo, que no había sacrificio que pudiera expiar
esas violaciones voluntarias de su ley. Esos sacerdotes pecadores
profanaban los sacrificios que representaban al Hijo de Dios. Y me-
diante su conducta blasfema pisoteaban la sangre de la expiación,
de la cual provenía la virtud de todos los sacrificios.
Samuel transmitió a Elí las palabras del Señor; “entonces él
dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere”. Elí sabía que Dios
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había sido deshonrado, y se sentía pecador. Admitió que Dios estaba
castigando su negligencia culpable. Dio a conocer a todo Israel la
palabra del Señor transmitida por medio de Samuel. Al hacerlo creyó
corregir en cierta medida su pasada negligencia pecaminosa. El mal
pronunciado contra el sacerdote no demoró en producirse.
Los israelitas guerrearon contra los filisteos y fueron vencidos,
y cuatro mil de entre ellos murieron. Los hebreos estaban atemo-
rizados. Sabían que si otras naciones llegaban a oír algo acerca de
su derrota, se sentirían animadas a hacerles la guerra también. Los
ancianos de Israel llegaron a la conclusión de que su fracaso se debía
a que el arca de Dios no estaba con ellos. Enviaron gente a Silo para
que buscara el arca del pacto. Se acordaron del cruce del Jordán y
de la fácil victoria obtenida sobre Jericó cuando llevaban el arca, y
decidieron que todo lo que necesitaban era tenerla entre ellos, y que
de ese modo triunfarían sobre sus enemigos. No se dieron cuenta de
que su fortaleza dependía de su obediencia a la ley que estaba dentro
del arca, que era una manifestación de Dios mismo. Los indignos
sacerdotes, es a saber, Ofni y Finees, estaban junto al arca sagra-
da, violando de ese modo la ley de Dios. Estos pecadores llevaron
el arca al campamento de Israel. La confianza de los guerreros se
restableció, y se sintieron seguros del éxito.
Los Filisteos toman el Arca
“Aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al cam-
pamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló.
Cuando los filisteos oyeron esa voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de
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gran júbilo es ésta en el campamento de los hebreos? Y supieron que
el arca de Jehová había sido traída al campamento. Y los filisteos
tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y