Página 155 - La Historia de la Redenci

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El Arca de Dios y las vicisitudes de Israel
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dijeron: ¡Ay de nosotros! Pues antes de ahora no fue así. ¡Ay de
nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos?
Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el de-
sierto. Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a
los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres, y
pelead. Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron
cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues
cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. Y el arca de Dios fue
tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees”.
Los filisteos creían que esta arca era el dios de los israelitas. No
sabían que el Dios viviente, creador de los cielos y la tierra, y que
dio su ley en el Sinaí, enviaba prosperidad y adversidad de acuerdo
con la obediencia o la transgresión a su santa ley que estaba dentro
del arca sagrada.
Hubo una gran mortandad en el pueblo de Israel. Elí estaba sen-
tado junto al camino, esperando con corazón tembloroso las noticias
procedentes del ejército. Temía que el arca de Dios pudiera ser to-
mada y contaminada por la hueste filistea. Un mensajero procedente
del ejército corrió hasta Silo e informó a Elí que sus dos hijos habían
muerto. Pudo soportar esa noticia con cierta calma, porque tenía
razones para esperarla. Pero cuando el mensajero añadió: “Y el arca
de Dios ha sido tomada”, Elí se tambaleó angustiado sobre su silla,
cayó de espaldas y murió. Participó de la ira de Dios que descendió
sobre sus hijos. Era en gran medida culpable de sus transgresiones,
por su criminal negligencia al no mantenerlos en sujeción. La toma
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del arca de Dios por parte de los filisteos se consideró la mayor
calamidad que podría sobrevenir a Israel. La esposa de Finees, que
estaba por dar a luz, llamó Icabod a su hijo diciendo: “Traspasada
es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios”.
En la tierra de los Filisteos
El Señor permitió que su arca fuera tomada por sus enemigos,
para mostrar a Israel cuán vano era confiar en ella, símbolo de su
presencia, mientras se hallaban transgrediendo los mandamientos
que contenía. El Altísimo quiso humillarlos al retirar de en medio
de ellos el arca sagrada, de la cual se vanagloriaban diciendo que
era la fuente de su fortaleza y confianza.