Página 167 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 26—El ministerio de Cristo
Cuando Satanás terminó sus tentaciones, se apartó de Jesús por
un tiempo, y los ángeles le prepararon alimento en el desierto para
fortalecerlo, y la bendición de su Padre reposó sobre él. El enemigo
había fracasado con sus más fieras tentaciones; pero esperaba el mo-
mento cuando Jesús se dedicara a su ministerio, en cuyo transcurso,
en diferentes ocasiones, puso a prueba su astucia contra él. Toda-
vía esperaba prevalecer sobre él estimulando a los que no querían
recibirlo para que lo aborrecieran y trataran de destruirlo.
El adversario celebró un concilio con sus ángeles. Estaban de-
silusionados y llenos de ira al ver que no habían logrado nada contra
el Hijo de Dios. Decidieron que debían ser más astutos y usar su
poder máximo para inspirar inseguridad en las mentes de sus compa-
triotas con respecto al hecho de que era el Salvador del mundo, para
desanimar de ese modo a Jesús en el cumplimiento de su misión.
No importaba cuán exigentes fueran los judíos en el cumplimiento
de sus ceremonias y sacrificios, si se los podía mantener ciegos al
mensaje de las profecías y si se lograba hacerlos creer que el Mesías
debía aparecer como un poderoso rey mundano, se los podía inducir
a despreciar y rechazar a Jesús.
Se me mostró que Satanás y sus ángeles estuvieron muy ocu-
pados durante el ministerio de Cristo induciendo a los hombres a
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manifestar incredulidad, odio y burla. A menudo cuando Jesús pre-
sentaba alguna verdad incontrovertible para reprobar sus pecados,
la gente se llenaba de ira. El enemigo y sus demonios los instaban
entonces a tomar la vida del Hijo de Dios. Más de una vez tomaron
piedras para arrojárselas, pero los ángeles lo protegieron y lo aparta-
ron de la airada multitud para ponerlo a salvo. En otra oportunidad,
cuando la verdad pura brotó de sus santos labios, la multitud le echó
mano y lo llevó al borde de un risco con la intención de despeñarlo.
Surgió entonces una discusión entre ellos en cuanto a lo que debían
hacer con él, y los ángeles una vez más lo ocultaron de la vista de la
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