Página 197 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 31—La ascensión de Cristo
Todo el cielo estaba esperando la hora de victoria cuando Jesús
ascendería a su Padre. Los ángeles acudieron a recibir el Rey de
gloria para escoltarlo en triunfo en su camino al cielo. Cuando Jesús
bendijo a sus discípulos se separó de ellos y fue arrebatado hacia
las alturas. Y cuando ascendía lo siguió la multitud de cautivos que
se había levantado en ocasión de su resurrección. Lo aguardaba
un enorme grupo de ángeles, mientras en el cielo un innumerable
conjunto de seres angelicales aguardaba su llegada.
Al ascender hacia la Santa Ciudad los ángeles que escoltaban a
Jesús clamaron: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos voso-
tras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria”. Los ángeles que se
encontraban en la ciudad exclamaron con entusiasmo: “¿Quién es
este Rey de gloria?” Los ángeles de la escolta respondieron en triun-
fo: “Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad,
oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y
entrará el Rey de gloria”. De nuevo los ángeles que aguardaban
preguntaron: “¿Quién es este Rey de gloria?” Y los ángeles de la
escolta respondieron melodiosamente: “Jehová de los ejércitos, él es
el Rey de la gloria”.
Salmos 24:7-10
. Y la procesión celestial entró
en la ciudad de Dios.
Entonces toda la hueste celestial rodeó a su majestuoso Co-
mandante, y con la más profunda adoración se inclinaron ante él
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y depusieron sus coronas resplandecientes poniéndolas a sus pies.
A continuación pulsaron sus arpas de oro, y en acordes dulces y
melodiosos llenaron el cielo con rica música e himnos en honor
del Cordero que fue inmolado y que no obstante vive otra vez en
majestad y gloria.
La promesa del regreso
Mientras los discípulos contemplaban apenados hacia el cielo
para captar la última visión de su Señor que se remontaba en las
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