Página 196 - La Historia de la Redenci

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La Historia de la Redención
inocente, sino de la del Hijo de Dios. La vida de Pilato fue miserable
hasta el mismo fin. La desesperación y la angustia desmenuzaron
cada sentimiento de esperanza y de alegría. No quiso ser consolado
y murió una muerte miserable.
Cuarenta días con sus discípulos
Jesús permaneció con sus discípulos cuarenta días, provocán-
doles gozo y alegría de corazón al abrirles más plenamente las
realidades del reino de Dios. Los comisionó para que dieran tes-
timonio de las cosas que habían visto y oído concernientes a sus
sufrimientos, su muerte y su resurrección, que había hecho un sa-
crificio por causa del pecado, y que todos los que quisieran podían
acudir a él y encontrar vida. Con fiel ternura les dijo que serían
perseguidos y pasarían por pruebas, pero que encontrarían alivio al
recordar su experiencia y las palabras que él les había dicho. Les
dijo que él había vencido las tentaciones de Satanás y logrado la
victoria por medio de pruebas y sufrimientos. El enemigo no tendría
más poder sobre él, por lo que lanzaría sus tentaciones más directas
sobre ellos y sobre los que creyeran en su nombre. Pero podrían
vencer como él había vencido. Jesús dotó a sus discípulos de poder
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para obrar milagros, y les dijo que aunque fueran perseguidos por
los hombres impíos, de vez en cuando les enviaría sus ángeles para
que los libraran; nadie les quitaría la vida hasta que su misión no
estuviera terminada; entonces se les podría requerir que sellaran con
su sangre el testimonio que habían dado.
Sus ansiosos seguidores escuchaban con alegría sus enseñan-
zas, disfrutando de cada palabra que surgía de sus santos labios.
Ahora sabían ciertamente que era el Salvador del mundo. Sus pa-
labras penetraron profundamente en su corazón, y comenzaron a
apesadumbrarse de que pronto tendrían que separarse de su Maestro
celestial para no oír más las palabras consoladoras y llenas de gracia
que procedían de sus labios. Pero una vez más sus corazones se
llenaron de amor y de suprema alegría, cuando Jesús les dijo que iría
a preparar mansiones para ellos y vendría otra vez para recibirlos con
el fin de que estuvieran para siempre con él. También les prometió
enviarles el Consolador, el Espíritu Santo, para que los guiara a toda
verdad. “Y alzando sus manos, los bendijo”.
Lucas 24:50
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