Página 237 - La Historia de la Redenci

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El ministerio de Pedro
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Cuando los hermanos de Judea se enteraron de que Pedro había
predicado a los gentiles, se había encontrado con ellos y había comi-
do con ellos en sus casa, se sintieron sorprendidos y ofendidos por
esas extrañas actitudes de su parte. Temían que tal conducta, que
les parecía presuntuosa, tendiera a contradecir sus propias enseñan-
zas. Tan pronto como Pedro se encontró con ellos lo recibieron con
una severa censura diciéndole: “¿Por qué has entrado en casas de
hombres incircuncisos, y has comido con ellos?”
Se amplía la visión de la iglesia
Entonces Pedro expuso con candidez todo el asunto en presencia
de ellos. Relató su experiencia con respecto a la visión, y les aseguró
que ésta lo amonestaba a no mantener más la distinción ceremonial
entre circuncisos e incircuncisos, ni a considerar a los gentiles como
inmundos, porque Dios no hace acepción de personas. Les informó
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del mandato de Dios de ir a ver a los gentiles, de la llegada de los
mensajeros, de su viaje a Cesarea y de la reunión que celebró en
casa de Cornelio con todos los que se hallaban reunidos allí. Su
cautela se puso de manifiesto ante los hermanos por el hecho de
que, aunque había recibido una orden de Dios de ir a casa de los
gentiles, había llevado con él a seis discípulos que se encontraban allí
presentes, para que fueran testigos de todo lo que se dijese o hiciese
mientras estuviesen allí. Resumió su entrevista con Cornelio en cuyo
transcurso aquél le contó su visión, de cómo Dios le había ordenado
que enviara mensajeros a Jope para que trajesen a Pedro, quien
habría de pronunciar palabras para que él y toda su casa pudiesen
ser salvos.
Recapituló los acontecimientos de esa primera reunión con los
gentiles diciendo: “Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu San-
to sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces
me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente
bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu San-
to. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros
que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese
estorbar a Dios?”
Los discípulos, al escuchar ese informe, quedaron en silencio,
convencidos de que la conducta de Pedro estaba plenamente de