Página 243 - La Historia de la Redenci

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Pedro librado de la prisión
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puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así
era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! Mas Pedro persistía en
llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos. Pero él,
haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el
Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo
y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar”.
El gozo y la alabanza llenaron los corazones de los creyentes
que ayunaban y oraban, porque Dios había escuchado y respondido
sus plegarias, y había librado a Pedro de la mano de Herodes. A
la mañana siguiente la gente se reunió para presenciar la ejecución
del apóstol. Herodes envió algunos funcionarios para que trajeran
a Pedro de la prisión, y lo hizo con un gran despliegue de armas y
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guardianes, a fin de asegurarse de que no huyera, y para intimidar a
todos sus simpatizantes, y para manifestar su propio poder. Estaba
la guardia frente a la puerta de la prisión, los cerrojos y los barrotes
estaban firmemente en su sitio, la guardia interior también estaba en
su lugar, las cadenas estaban unidas a las muñecas de los soldados,
pero el prisionero había desaparecido.
La retribución de Herodes
Cuando Herodes recibió el informe de estas cosas, se exasperó, y
acusó de infidelidad a los guardianes de la prisión. En consecuencia,
fueron condenados a muerte por el presunto crimen de dormirse en
su puesto. Al mismo tiempo el rey se dio cuenta de que el poder que
rescató a Pedro no era humano. Pero estaba decidido a no reconocer
que un poder divino se había interpuesto para desvirtuar sus indignos
designios. No quería humillarse de esa manera, sino por el contrario
levantarse en osado desafío contra Dios.
Herodes, no mucho después de la liberación de Pedro de la cárcel,
viajó de Judea a Cesarea y allí permaneció un tiempo. Hizo un gran
festival con el propósito de suscitar la admiración y al aplauso de
la gente. Los amantes de los placeres, de todos los orígenes, se
reunieron allí, y hubo mucha fiesta y se bebió mucho vino. El rey
hizo una suntuosa presentación delante del pueblo. Se había puesto
una túnica que resplandecía con el oro y la plata que tenía, y que
captaba los rayos del sol en sus pliegues brillantes, y que encantaba
a los que la contemplaban. Con gran pompa y ceremonia se puso