Página 245 - La Historia de la Redenci

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Pedro librado de la prisión
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vengado insensatamente de los guardianes encargados del prisionero,
y los había ejecutado sin piedad. Se dio cuenta entonces de que Dios,
que había rescatado al apóstol de la muerte, le estaba pidiendo que
rindiera cuentas a él, el implacable perseguidor. No encontraba alivio
para su dolor corporal ni para su angustia mental, ni las esperaba
tampoco. Herodes conocía la ley de Dios que dice: “No tendrás
dioses ajenos delante de mí”. Y sabía que al aceptar la adoración de
la gente había llenado la medida de su iniquidad y había acarreado
sobre sí mismo la justa ira de Dios.
El mismo ángel que había dejado las cortes reales del cielo para
rescatar a Pedro del poder de su perseguidor, había sido mensajero
de ira y juicio para Herodes. Tocó a Pedro para despertarlo de su
somnolencia; pero era diferente el toque con que hirió al malvado
rey, provocándole una enfermedad mortal. Dios ahogó en desprecio
el orgullo de Herodes, y su persona, que había exhibido revestida de
resplandeciente atuendo delante de la mirada llena de admiración de
la gente, fue pasto de los gusanos, y entró en putrefacción cuando
aún se hallaba con vida. Herodes murió presa de gran agonía física
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y mental, como consecuencia de la justicia retributiva de Dios.
Esta manifestación del juicio divino ejerció una poderosa in-
fluencia sobre la gente. Mientras el apóstol de Cristo había sido
milagrosamente librado de la prisión y la muerte, su perseguidor
había sido herido por la maldición de Dios. Las noticias se disemina-
ron por todas las comarcas, y fueron el medio para atraer a muchos
a fin de que creyeran en Cristo.
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