Página 25 - La Historia de la Redenci

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La creación
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La inocente pareja no usaba vestiduras artificiales. Estaban re-
vestidos de un velo de luz y esplendor como el de los ángeles. Este
halo de luz los envolvió mientras vivieron en obediencia a Dios.
Aunque todo cuanto el Señor había creado era perfecto y hermoso,
y parecía que nada faltaba en la tierra creada por él para felicidad
de Adán y Eva, les manifestó su gran amor al plantar un huerto
especialmente para ellos. Parte del tiempo debían emplearlo en la
placentera labor de cultivar ese huerto, y otra parte en recibir la
visita de los ángeles, escuchar sus instrucciones y dedicarse a feliz
meditación. Sus ocupaciones no eran fatigosas, sino agradables y
vigorizantes. Ese hermoso huerto había de ser su hogar.
El Señor plantó árboles de todas clases en ese jardín, para brindar
utilidad y dar belleza. Algunos de ellos estaban cargados de exu-
berantes frutos, de suave fragancia, hermosos a la vista y sabrosos
al paladar, destinados por Dios para dar alimento a la santa pareja.
Había hermosas vides que crecían erguidas, cargadas con el peso de
sus frutos, diferentes de todo cuanto el hombre haya visto desde la
caída. Estos eran muy grandes y de diversos colores: algunos casi
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negros, otros púrpura, rojo, rosa y verde claro. A los hermosos y
exuberantes frutos que colgaban de los sarmientos de la vid se los
llamó uvas. No se arrastraban por el suelo aunque no estaban soste-
nidas por soportes, pero los sarmientos se arqueaban bajo el peso del
fruto. La grata tarea de Adán y Eva consistía en formar hermosas
glorietas con los sarmientos de la vid y hacerse moradas con los
bellos y vivientes árboles y el follaje de la naturaleza, cargados de
fragantes frutos.
La tierra estaba revestida de hermoso verdor, mientras miríadas
de fragantes flores de toda especie y todo matiz crecían a su alrededor
en abundante profusión. Todo estaba dispuesto con buen gusto y
magnificencia. En el centro del huerto se alzaba el árbol de la vida
cuya gloria superaba a la de todos los demás. Sus frutos parecían
manzanas de oro y plata, y servían para perpetuar la inmortalidad.
Las hojas tenían propiedades medicinales.
Adán y Eva en el Edén
La santa pareja vivía muy dichosa en el Edén. Tenía dominio
ilimitado sobre todos los seres vivientes. El león y el cordero ju-