Página 261 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 44—La gran apostasía
Cuando Jesús reveló a sus discípulos el destino de Jerusalén y
las escenas relativas a su segundo advenimiento, predijo también
la experiencia de su pueblo desde el momento cuando se separaría
de ellos hasta su regreso con poder y gloria para librarlos. Desde el
monte de los Olivos el Salvador contempló la tormenta que estaba
por caer sobre la iglesia apostólica y, al penetrar más profundamente
en el futuro, su ojo distinguió la fiera y devastadora tempestad que
azotaría a sus seguidores en las edades venideras de oscuridad y
persecución. En pocas y breves palabras de terrible significado,
predijo la porción que los gobernantes de este mundo asignarían a la
iglesia de Dios. Los seguidores de Cristo debían transitar la misma
senda de humillación, reproche y sufrimiento que había recorrido su
Maestro. La enemistad que se había manifestado hacia el Redentor
del mundo se manifestaría también contra todos los que creyeran en
su nombre.
La historia de la iglesia primitiva da testimonio del cumplimiento
de las palabras del Salvador. Los poderes de la tierra y el infierno
se coligaron contra Cristo en la persona de sus seguidores. El pa-
ganismo previó que si el Evangelio triunfaba, sus templos y altares
serían barridos; por lo tanto, reunió sus fuerzas para destruir a la
cristiandad. Se encendieron los fuegos de la persecución. Se expro-
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piaron las posesiones de los cristianos y se los arrojó de sus hogares.
“Soportaron gran lucha y aflicción”. “Experimentaron vituperios y
azotes, y a más de esto prisiones y cárceles”.
Hebreos 11:36
. Mu-
chos de ellos sellaron su testimonio con su sangre. Los nobles y los
esclavos, los ricos y los pobres, los eruditos y los ignorantes fueron
igualmente asesinados sin misericordia.
Vanos fueron los esfuerzos de Satanás para destruir a la iglesia
de Cristo por medio de la violencia. El gran conflicto en cuyo trans-
curso los discípulos de Jesús rindieron sus vidas no cesó porque
estos fieles portaestandartes cayeron en sus puestos. Triunfaron por
medio de la derrota. Los obreros de Dios fueron asesinados, pero su
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