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Capítulo 45—El misterio de la iniquidad
El apostol Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses, pre-
dijo la gran apostasía que daría como resultado el establecimiento
del poder papal. Declaró que el día de Cristo no vendría, “sin que
antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el
hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que
se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo
de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. Y más adelante
advirtió a sus hermanos acerca de que “ya está en acción el misterio
de la iniquidad”.
2 Tesalonicenses 2:3, 4, 7
. Ya en aquella época vio
cómo se introducían subrepticiamente en la iglesia los errores que
habrían de preparar el camino para el desarrollo del papado.
Poco a poco, al principio con cautela y en silencio, y más tarde
en forma más abierta, el misterio de la iniquidad llevó a cabo su
obra engañosa y blasfema, y aumentó su fortaleza para lograr el
dominio de las mentes de los hombres. Casi imperceptiblemente
las costumbres paganas se introdujeron en la iglesia cristiana. El
espíritu de transigencia y conformidad fue restringido por un tiempo
por causa de la fiera persecución que sufrió la iglesia bajo el paga-
nismo. Pero cuando la persecución cesó, y el cristianismo entró en
las cortes y los palacios de los reyes, la iglesia puso a un lado la
humilde sencillez de Cristo y los apóstoles, para adoptar la pompa
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y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos; y en lugar de
los mandamientos de Dios puso teorías y tradiciones humanas. La
conversión nominal de Constantino a principios del siglo IV causó
gran regocijo, y el mundo, recubierto con el manto de la justicia,
se introdujo en la iglesia. De allí en adelante la obra corruptora
progresó rápidamente. El paganismo, vencido en apariencias, fue
realmente el vencedor. Su espíritu dominó a la iglesia. Sus doctrinas,
ceremonias y supersticiones llegaron a formar parte de la fe y el
culto de los profesos seguidores de Cristo.
Esta mezcla de paganismo y cristianismo dio como resultado el
desarrollo del hombre de pecado predicho en la profecía, que habría
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