Página 283 - La Historia de la Redenci

Basic HTML Version

Capítulo 48—Los progresos de la reforma
Un nuevo emperador, Carlos V, había ascendido al trono de
Alemania, y los emisarios de Roma se apresuraron a presentarle sus
felicitaciones y a inducir al monarca a que empleara sus poderes
contra la Reforma. Por otra parte, el elector de Sajonia, a quien
Carlos en gran medida debía su corona, le suplicó que no diera
ningún paso hasta conceder a Lutero la oportunidad de comparecer
ante una audiencia.
La atención de todos los partidos se dirigió entonces a la asam-
blea de los estados alemanes que fue convocada en Worms poco
después de la ascensión de Carlos al trono imperial. Había impor-
tantes asuntos e intereses políticos que considerar en ese concilio
nacional; pero parecían de poca importancia al compararlos con la
causa del monje de Wittenberg.
Previamente Carlos había ordenado al elector que trajera a Lutero
con él a la Dieta, asegurándole que el reformador sería protegido de
toda violencia, y que se le permitiría conversas libremene con una
persona competente para discutir los asuntos controvertidos. Lutero
estaba ansioso de comparecer ante el emperador.
Los amigos de Lutero estaban aterrorizados y confundidos. Co-
nocedores de los prejuicios y la enemistad que había contra él,
temían que su salvoconducto no fuera respetado, y le rogaron que
[364]
no pusiera en peligro su vida. Replicó: “Los católicos no desean
que vaya a Worms; por el contrario, quieren mi condenación y mi
muerte. No importa. No oren por mí, sino por la Palabra de Dios”.
Lutero ante el concilio
Por fin Lutero compareció ante el concilio. El emperador estaba
en su trono, rodeado de los más ilustres personajes del imperio.
Nunca ningún hombre había comparecido ante una asamblea tan
imponente como aquella ante la cual compareció Martín Lutero para
responder por su fe.
279