Página 289 - La Historia de la Redenci

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Capítulo 49—No se avanza como se debe
La reforma no terminó con Lutero, como algunos suponen. Debe
continuar hasta el fin de la historia del mundo. El reformador tenía
una gran obra que hacer al reflejar sobre los demás la luz que Dios
había permitido que resplandeciera sobre él; pero no recibió toda
la luz que se debía dar al mundo. Desde esa época hasta ahora
continuamente ha estado brillando nueva luz sobre las Escrituras, y
se han ido desarrollando constantemente nuevas verdades.
Lutero y sus colaboradores llevaron a cabo una noble tarea en
favor de Dios; pero como salieron de la Iglesia Católica, como ha-
bían creído ellos mismos sus doctrinas y las habían defendido, no
se podía esperar que descubrieran de golpe todos sus errores. Su
obra consistió en quebrantar las cadenas de Roma y dar la Biblia
al mundo; pero había importantes verdades que no descubrieron, y
graves errores a los que no renunciaron. La mayor parte de ellos
continuaron guardando el domingo junto con otras festividades ca-
tólicas. Es verdad que consideraron que su observancia no se basaba
en autoridad divina alguna, pero creyeron que había que guardarlo
por ser un día de culto generalmente aceptado. Hubo algunos entre
ellos, sin embargo, que honraron el sábado del cuarto mandamiento.
Entre los reformadores de la iglesia debe darse un lugar de honor a
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los que se levantaron para vindicar una verdad generalmente igno-
rada, incluso por los protestantes, es a saber, los que sostuvieron la
validez del cuarto mandamiento y la obligación de guardar el sábado
de la Biblia. Cuando la Reforma rechazó las tinieblas que habían
reposado sobre toda la cristiandad, aparecieron en muchos lugares
los observadores del sábado.
Los que recibieron las grandes bendiciones de la Reforma no
avanzaron por la senda tan noblemente trazada por Lutero. De cuan-
do en cuando surgieron unos pocos fieles para proclamar nuevas
verdades y poner en evidencia errores acariciados por largo tiempo,
pero la mayoría, como los judíos de los días de Cristo o los católicos
de los tiempos de Lutero, se contentaron con creer como sus padres
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