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La Historia de la Redención
y vivir como ellos vivieron. Por eso mismo la religión de nuevo de-
generó en formalismo, y se retuvieron y albergaron algunos errores
y supersticiones que debieran haber sido eliminados si la iglesia
hubiera continuado avanzando a la luz de la Palabra de Dios. De
ese modo el epíritu suscitado por la Reforma gradualmente murió,
hasta que llegó a haber tanta necesidad de reforma en las iglesias
protestantes como la había habido en la iglesia católica en tiempos
de Lutero. Se manifestó el mismo espíritu de somnolencia, el mismo
respeto por las opiniones de los hombres, la misma actitud de mun-
danalidad, el mismo reemplazo de las enseñanzas de la Palabra de
Dios por teorías humanas. Se fomentaron el orgullo y la ostentación
cubriéndolos con la capa de la religión. Las iglesias se corrompieron
al aliarse con el mundo. De ese modo se degradaron los grandes
principios por los cuales Lutero y sus colaboradores hicieron tanto y
sufrieron tanto.
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Cuando Satanás se dio cuenta de que había fracasado en su
intento de aplastar la verdad por medio de la persecución, de nuevo
recurrió al mismo plan de transigencia por medio del cual había
producido la gran apostasía y la formación de la iglesia de Roma.
Indujo a los cristianos a aliarse, esta vez no con los paganos, sino con
quienes, al adorar al dios de este mundo, demostraron ser idólatras
también.
Satanás ya no pudo mantener más la Biblia fuera del alcance de
la gente; había sido puesta al alcance de todos. Pero indujo a miles
a aceptar falsas interpretaciones y teorías carentes de fundamento,
sin escudriñar las Escrituras para aprender la verdad por sí mismos.
Corrompió las doctrinas de la Biblia, y logró que se arraigaran
tradiciones que iban a provocar la ruina de millones. La iglesia
sostenía y defendía esas tradiciones en lugar de luchar por la fe
que una vez fue entregada a los santos. Y mientras permanecían
totalmente inconscientes con respecto a su condición y a su peligro,
la iglesia y el mundo rápidamete comenzaron a aproximarse al
período más solemne e importante de la historia de la tierra, es a
saber, el período de la manifestación del Hijo del hombre.
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