Página 29 - La Historia de la Redenci

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Las consecuencias de la rebelión
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Cristo lloró ante la desgracia de Satanás, pero le dijo, comunicándole
la decisión de Dios, que nunca más sería recibido en el cielo, pues
éste no podía ser expuesto al peligro. Todo el cielo se malograría
si se lo recibía otra vez, porque el pecado y la rebelión se habían
originado en él. Las semillas de la rebelión todavía estaban dentro
de él. No había tenido, en el curso de su rebelión, motivo alguno
para actuar de esa manera, y había acarreado ruina sin esperanzas,
no sólo para sí mismo, sino para las huestes de ángeles que habrían
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sido felices en el cielo si él se hubiera mantenido fiel. La ley de Dios
podía condenar, pero no perdonar.
No se arrepintió de su rebelión porque había visto la bondad
de Dios, de la cual había abusado. No era posible que su amor por
Dios hubiera aumentado tanto desde la caída como para conducirlo
a una gozosa sumisión y una obediencia feliz a su ley, que había
sido despreciada. La desgracia que experimentaba al haber perdido
la dulce luz del cielo, el sentimiento de culpa que lo oprimía, y la
desilusión que experimentó al ver que sus esperanzas resultaban
fallidas, eran la causa de su dolor. Ser comandante fuera del cielo era
muy diferente que gozar de ese honor en él. La pérdida de todos los
privilegios que había tenido en el cielo le pareció demasiado grande
como para soportarla. Deseaba recuperarlos.
El tremendo cambio que se había operado en su situación no
había aumentado su amor a Dios, ni a su sabia y justa ley. Cuando
Satanás se convenció plenamente de que no había posibilidad al-
guna de recuperar el favor de Dios, manifestó su maldad con odio
acrecentado y ardiente vehemencia.
Dios sabía que una rebelión tan decidida no permanecería inacti-
va. Satanás inventaría medios para importunar a los ángeles celestia-
les y mostrar desdén por la autoridad divina. Como no pudo lograr
que lo admitieran en el cielo, montó guardia en la entrada misma de
él, para mofarse de los ángeles y buscar contiendas con ellos cuando
entraban y salían. Procuraría destruir la felicidad de Adán y Eva.
Trataría de incitarlos a la rebelión, con plena conciencia de que eso
produciría tristeza en el cielo.
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