Página 299 - La Historia de la Redenci

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El mensaje del segundo ángel
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tianos se regocijarían ante la perspectiva de la venida de Cristo, y
que los que no opinaran como yo no por eso amarían menos a los
que abrazaran esta doctrina, nunca pensé que hubiera necesidad de
celebrar reuniones separadas. Mi único objeto era convertir almas a
Dios, notificar al mundo acerca del juicio venidero, e inducir a mis
hermanos a preparar sus corazones para salir en paz al encuentro del
Señor. La gran mayoría de los que se convirtieron como resultado de
mis labores se unieron a las diversas iglesias ya existentes. Cuando
algunos vinieron a preguntarme con respecto a su deber, siempre les
dije que fueran adonde se sintieran en casa; y nunca favorecí a una
denominación en particular en mis consejos a tales personas”.
Por algún tiempo muchas iglesias aceptaron su obra, pero cuando
rechazaron la verdad del advenimiento intentaron eliminar toda
disensión al respecto. Los que habían abrazado la doctrina fueron
puestos de esa manera en una situación de gran prueba y perplejidad.
Amaban sus iglesias y no querían separarse de ellas; pero cuando se
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los ridiculizó y se los oprimió, y se les negó el privilegio de hablar
de su esperanza, o de asistir a las reuniones donde se predicaba
acerca de la venida del Señor, muchos finalmente se levantaron y se
liberaron del yugo que se les había impuesto.
Los adventistas, cuando vieron que las iglesias rechazaban el
testimonio de la Palabra de Dios, no pudieron considerarlas más
como parte de la iglesia de Cristo, “columna y baluarte de la verdad”,
y cuando el mensaje de la caída de Babilonia comenzó a anunciarse,
se sintieron justificados al separarse de sus antiguas relaciones.
Desde que se rechazó el primer mensaje, un cambio lamentable
ha ocurrido en las iglesias. Puesto que la verdad ha sido menospre-
ciada, se ha recibido el error y se lo ha alentado. El amor por Dios
y la fe en su Palabra se han enfriado. Las iglesias contristaron al
Espíritu de Dios, y en gran medida éste se retiró de ellas.
La tardanza
Cuando el año 1843 pasó sin que se hubiera producido el ad-
venimiento de Jesús, los que habían esperado con fe su aparición
quedaron por un tiempo con dudas y perplejidades. Pero a pesar de
su chasco muchos continuaron investigando las Escrituras, examina-
ron nuevamente las evidencias de su fe, y estudiaron cuidadosamente