Página 31 - La Historia de la Redenci

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Las consecuencias de la rebelión
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Satanás ahuyentó sus sentimientos de desesperación y flaqueza
y, como dirigente de ellos, se revistió de valor con el fin de afrontar
la situación y hacer todo cuanto estuviera a su alcance para desafiar
la autoridad de Dios y de su Hijo. Los informó acerca de sus planes.
Si se acercaba audazmente a Adán y Eva para quejarse del unigénito
Hijo de Dios, no lo escucharían en absoluto; por el contrario, estarían
preparados para repeler ese ataque. Si tratara de intimidarlos con
su poder -hasta hacía poco había sido un ángel provisto de gran
autoridad-, tampoco podría lograr nada. Decidió que la astucia y el
engaño lograrían lo que no fuera posible por la fuerza.
Se advierte a Adán y Eva
Dios reunió a la hueste angélica para tomar medidas con el
fin de evitar el mal que amenazaba. Se decidió en el consejo del
cielo enviar ángeles para advertir a Adán que estaba en peligro por
la presencia del enemigo. Dos ángeles se apresuraron a visitar a
nuestros primeros padres. La santa pareja los recibió con inocente
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alegría, expresando su gratitud al Creador por haberlos rodeado
con tal profusión de su bondad. Podían gozar de todo lo amable y
atractivo, y todo parecía adaptarse sabiamente a sus necesidades;
y lo que estimaban por sobre toda otra bendición era su relación
con el Hijo de Dios y los ángeles celestiales, pues tenían tanto que
contarles en cada visita en cuanto a las bellezas de la naturaleza
que descubrían cada vez en el hermoso hogar del Edén, y tenían
muchas preguntas que hacer acerca de muchas cosas que no podían
comprender claramente.
Con bondad y amor los ángeles les daban la información que
deseaban recibir. También les contaron la triste historia de la rebelión
y la caída de Satanás. Entonces les informaron con claridad que el
árbol del conocimiento había sido puesto en el jardín como prueba
de su obediencia y su amor por Dios; que los santos ángeles sólo
podían conservar su condición exaltada y feliz si eran obedientes;
que ellos estaban en una situación similar; que podían obedecer la
ley de Dios y ser inefablemente felices, o desobedecerla y perder su
elevada condición y caer en la desesperación.
Dijeron a Adán y a Eva que Dios no los obligaría a obedecer; que
no los había privado del poder de obrar en contra de su voluntad; que